La Real Federación Española de Ciclismo cumple hoy, 15 de noviembre, su 125º aniversario. Para celebrar esta fecha tan especial, se ha editado un folleto conmemorativo (descarga disponible más abajo) del que extraemos el texto firmado por Pablo Antón y Alejandro Martín.
Tal día como hoy…
- Madrid. Barrio de Las Letras.
Estamos en pleno corazón de la ciudad, ya caída la tarde del viernes 15 de noviembre, cinco hombres tocados con sombrero de época y enfundados en sus capas, se encaminan hacia un modesto local ubicado en el número dos de la calle Costanilla de los Desamparados, esquina a la de Huertas, una de las arterias principales de esta bohemia y pintoresca barriada, que en pleno Siglo de Oro español albergó a lo más granado de los literatos de la época.
Ahora, en el ocaso del siglo XIX en que nos encontramos, en este enclave, acodado en los alrededores del Paseo del Prado, las silenciosas plumas de tan insignes escritores, han sido sustituidas por las ruidosas y modernas rotativas que ocupan gran parte de sus edificios, reconvertidos en sedes de las principales revistas y periódicos de la capital. Sin perder su esencia, el Barrio de Las Letras es, en estos momentos, el barrio de la prensa y los periodistas.
En la particular revolución industrial del deporte, no sería en absoluto extraño que la historiografía llegara a la conclusión de que el perfeccionamiento de la bicicleta es uno de los acontecimientos más significativos del siglo XIX. Este fenómeno se condensa expresamente en las conocidas palabras de nuestro premio Nobel de Literatura, Ministro de Hacienda y tardío practicante del velocipedismo, José Echegaray, que dijo de este deporte que “con la bicicleta le ha dado el hombre una lección a la misma naturaleza. El último esfuerzo del hombre ha sido la bicicleta. El hombre ya no es un bípedo, es un ciclista” o las del periodista francés Pierre Giffard (1853-1922) que, a modo de predicción formulada en 1892, encabezó la primera página del periódico Le Vélo durante cuatro años: La Vélocipédie n’est pas seulement un sport; je ne cesserai de le répéter c’est un bienfait social (la bicicleta no es sólo un deporte, no dejaré de repetir que es un beneficio social).
El idilio mantenido, entre el ciclismo y la prensa deportiva fue un flechazo a primera vista y donde ambos se deben recíprocamente mucho de lo que son hoy en día, pues uno y otro se retroalimentaron mutuamente en sus primeros pasos y ambos tomaron carta de naturaleza propia prácticamente a la par. De hecho, no pocos autores identifican el inicio de la prensa velocipédica con los orígenes de la prensa deportiva.
El ciclismo sin periodismo es un deporte incompleto, como un ciclista sin su bicicleta, llegándose al clásico axioma de “si algo no se cuenta, prácticamente no ha existido” y considerando que el siglo XIX solo había un canal de comunicación, la prensa escrita, todo o casi todo se sustentaba en el relato escrito. El halo de heroísmo que despertaban los pioneros velocipédicos, se proyectaba más allá de sus propias hazañas, logros y fracasos, a través de la narrativa, alentando la imaginación del lector desde sus primeros momentos, acuñándose su definición, todavía vigente, de deporte épico, que han ido construyendo su leyenda.
Pocos deportes pueden presumir de tal sinergia con el periodismo y quién sabe si quizás esto pueda explicar en parte la mágica y ancestral relación que siempre se ha mantenido entre los profesionales de la prensa y el deporte del pedal.
En este contexto, nuestros cinco protagonistas al atravesar el umbral de la puerta de la sala de máquinas, a la sazón redacción e imprenta de la prestigiosa revista ciclista El Veloz Sport, líder en el sector, o más bien habría que decir velocipédica, usando el término habitual de aquel periodo, poco podían imaginar que entre sus vetustas paredes estaban gestando con su rúbrica los fundamentos de la futura Federación, y asentando las bases del ciclismo español. Una noche histórica.
Estos cinco hombres, que la investigación identificará años más tarde como periodistas y directores, todos ellos, de periódicos; auténticos emprendedores a la vez que idealistas, llevaron su idea a la práctica siguiendo los modelos de los países del entorno y, sobre todo, superando las no pocas circunstancias adversas.
De esta forma, próxima la meta de su particular “carrera ciclista”, uno por uno fueron estampando su firma en los que serían los Estatutos Fundacionales de la Unión Velocipédica Española, que con el paso del tiempo, hoy 125 años después, continua bajo las siglas de Real Federación Española de Ciclismo, representando al deporte más antiguo de la era moderna.
Esta particular carta magna manuscrita de la incipiente Federación, bajo el formato de Asociación Deportiva Unionista, que hoy cumple un siglo y cuarto de vida, es de por sí un valioso y excepcional testimonio del extenso legado de la biografía del ciclismo en España. Autentico incunable de la historia deportiva de nuestro país que permite a la RFEC testificar, a tenor de lo que se tiene constancia y de los avatares de la historia desde su nacimiento, en ser quizás la única federación de la que todavía se conservan los manuscritos originales de sus Estatutos Fundacionales.
El glorioso pasado de la Unión Velocipédica Española es un muestrario de personas, unas notables, otras anónimas e incluso algunas de ellas de ilustre abolengo, protagonistas de acontecimientos unos relevantes y otros cuando menos anecdóticos y curiosos y, aunque la intrahistoria es abundante y copiosa, entre los 4.474 socios pioneros de la UVE, acreditados con su oportuno y flamante carnet ciclista, conviene destacar a Claudio de Rialp que, a pesar de no estampar su firma junto con los cinco periodistas, es considerado unánimemente y sin ningún género de dudas como el verdadero y genuino arquitecto de la UVE. Su ideólogo.
Más de medio siglo después, concretamente el 22 de febrero de 1946, en una entrevista concedida a sus 83 años al periodista Ramón Torres en El Noticiero Universal, De Rialp, recordaba así aquellos días: “no existía un organismo supremo que sentara el principio de autoridad y buena disciplina y fue cuando pensé en uno que respondiera a mi aspiración. Me regí por el Touring Club de Francia, redacté unos estatutos y fui con ellos a Madrid con ánimo de sentar sede del ciclismo español en la capital. (…) logré las debidas autorizaciones y quedó constituido en Madrid el primer Comité Directivo de la Unión Velocipédica Española”.
De él, años antes de la citada entrevista, el célebre periodista Narciso Masferrer, a la sazón Presidente de la UVE en tres ocasiones: 1902-04; 1911-13 y 1939-40, dijo: “De Rialp era un propagandista activo, que sin ser periodista, sin haber nacido para periodista, toda su vida se la ha pasado ayudando con su trabajo a que la prensa viviera”.
Y por si esto no fuera lo suficientemente elocuente, en el primer Congreso constituyente de la UVE acontecido a finales de mayo de 1896, a petición de uno de los asambleístas se acordó “conceder una recompensa al Sr. De Rialp, como iniciador de la Unión en España; a los directores de los periódicos profesionales, como fundadores y al Comité Central Provisional, como organizador, en atención a sus grandes trabajos”. Sobran las palabras.
Queremos cerrar este breve recorrido de este particular cumpleaños, acudiendo a las palabras de Enrique de Sorarraín, Presidente de la UVE (1904-05 y 1913- 14): “Ni me reconozco con dotes de escritor, ni gusto de oratorias; pero ello no ha de impedirme, al llegar a la Presidencia de la Unión, el dirigir un expresivo saludo a todos mis estimados consocios. Este gran edificio, denominado Unión Velocipédica Española, que planeó Rialp, edificó Casa Alta y sostuvo Barunat; reedificó Pollés y alhajó Masferrer, quedándome a mí el reducido papel de invitar a que los fieles amigos nos sigan perteneciendo. Y en cuanto a aquellos que aún no figuran a nuestro lado, habré de limitarme a decirles: entrad, señores. Esta casa es del ciclista y para el ciclista; luchamos por los intereses y aficiones de todos, y a los desvelos de los unos, deben los demás corresponder, cuando menos, con su preciosa cooperación. No olvidad que uno solo nada puede, y que todos juntos podremos mucho”.
¡Felicidades UVE! ¡Felicidades RFEC! Y que cumplas muchos más…
© Pablo Antón y Alejandro Martín
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