Sólo por unos pocos días Markel Irizar le arrebata el honor de ser el abuelo del pelotón español 2019 (entre los equipos World Tour y PCT). El vasco, nacido el 5 de febrero, cumplirá los 39 años sólo 24 días antes de que este alicantino bisiesto (nació un 29 de febrero de 1980) se plante a uno de los cuarenta. Ganador de etapa en dos de las tres grandes vueltas, inicia la que será su decimonovena temporada en el pelotón y, aunque hay cosas que cada vez le gustan menos, sigue disfrutando de su profesión y absorbe esa ilusión como la motivación para volver a poner el cuentakilómetros a cero un año más.
Rubén Plaza llevará pronto, como él mismo explica, media vida en el pelotón profesional. Un tiempo que se le está pasando muy rápido y en el que ha tenido la oportunidad, que ahora, con la edad, aprecia todavía más, de militar en equipos de muy diversas nacionalidades en los que ha tenido la oportunidad de aprender muchas cosas, y no sólo sobre ciclismo.
A pocas semanas de ponerse su primer dorsal de 2019, el alicantino residente en Andorra se encuentra concentrado en l’Alfàs del Pi junto al resto del Israel Cycling Academy y es allí, en ese retiro dorado para jubilados nórdicos de la costa mediterránea, donde recibe a Ciclo21 para repasar lo que han dado de sí estos casi 20 años en este circo ambulante que es el ciclismo profesional y, sobre todo, fijar los retos que todavía le animan a llevar esa vida de ciclista que para otros, rozando los 40, se puede hacer excesivamente cuesta arriba. Unos retos entre los que destaca un objetivo especial. Una meta que, de conseguirla, podría suponer el punto y final a su ya larga carrera.
– Son ya 19 temporadas en el ciclismo profesional. Suelen decir ustedes que, conforme pasan los años, lo que más cuesta no es tanto la competición o los entrenamientos, sino este tipo de concentraciones. Estar lejos de casa en estas fechas. ¿De dónde sale su motivación?
– El tiempo pasa más rápido de lo que parece y, de repente, estás en la 15ª o 16ª temporada sin darte cuenta. El tiempo no se me ha pasado despacio. No siento que lleve aquí tantos años como llevo… ¡parece que empecé ayer! Pero es verdad que si llego a los 40 montando en bici será media vida como profesional. Es verdad que un poco de pereza sí que da. Todos los inviernos hay que empezar a entrenar después del descanso y cada año es un poco peor porque la tendencia es a coger un poco más de peso. A ello se suman más compromisos en casa, familia… Pero hacemos lo que nos gusta y sigo disfrutando de todo esto. No me cuesta hacer vida de ciclista en casa. Creo que esa es la clave para seguir tantos años: que no te cueste tanto el trabajo del día a día.
“Cada año me gusta menos el ambiente del pelotón”
– Este año ha ganado estapa y general en Castilla y León y acaba de deslizar la cifra de llegar a los 40 años montando en bici. Cuando piensa en la retirada, ¿piensa más en la edad o en su nivel de competitividad?
– (Sonríe) Lo que menos me motiva y lo que cada año me gusta menos es el ambiente que hay en las carreras. Tengo la sensación de que año tras año ha ido degenerando mucho ese compañerismo y esa camaradería que había antes. Eso lo echo de menos. Es evidente que estamos compitiendo y que hay momentos en que tiene que haber pelea, pero siento que hay demasiada competitividad durante todo el rato en las carreras. Antes, durante el 80% de las etapas, la gente iba más tranquila. Se podía hablar. Ahora hay que ir todos juntos. Es muy estresante y no le encuentro el sentido.
– Cada vez hay más carreras en televisión y las horas de cobertura de las mismas crecen cada año, llegando a darse íntegras muchas clásicas y etapas de grandes vueltas. ¿Puede ser ese uno de los motivos de ese aumento de la tensión del que habla?
– Puede ser, sí. Al final, vivimos mucho de lo que se ve en televisión y de la imagen que proyectamos. Si estás todo el día viendo en la tele a un equipo que rueda junto, da una imagen; pero si no lo ves, da otra completamente distinta. Entiendo que en el mundo hacia el que vamos la imagen es más importante que el resultado y se tiene mucho más en cuenta que otros factores, pero es algo que no me gusta. En mis primeros años los directores insistían en que no fuéramos todos juntos en el pelotón porque si nos pillaba una montonera o un corte, nos pillaba a todos. Ahora es todo lo contrario y parece que si no vamos todos juntos lo estamos haciendo mal y, sí, puede ser que sea porque siempre hay gente responsable del equipo en el sillón viendo la tele que quiere decir ahí están los míos. En resumen, veo mucho ambiente competitivo y poca camaradería.
Mismo nivel de exigencia en un WT que en un PCT
– Al bajarse el World Tour el pasado año y enrolarse en un PCT, ¿esa extrema competitividad es menor?
– No. En absoluto. Es muy parecido. Cuando estás en el World Tour tienes unos objetivos, quizás algo más ambiciosos porque tienes líderes que pueden estar en las generales de las grandes vueltas y cuando estás en un equipo más pequeño, la exigencia es la misma, pero los objetivos bajan un peldaño. Depende mucho del nivel de autoexigencia de cada uno. Cuando estaba en el World Tour nunca me he sentido superior a los demás y cuando no he estado no tenía sensación de ser inferior. Yo siempre he dado el 100% por mi equipo.
– Usted ha militado en equipos españoles, portugueses, italianos, autralianos y, ahora, israelí ¿Es muy distinta la manera de entender el ciclismo dependiendo del país donde esté federado el equipo? ¿O depende más de cuál sea la nacionalidad dominante en el equipo?
– La mayor diferencia que he encontrado en estos años ha sido entre los equipos donde la mayoría de los corredores eran de una determinada nacionalidad y aquellos en los que había muchas nacionalidades distintas.
– ¿Influye eso a la hora de entender la carrera, de ponerse de acuerdo entre ustedes?
– No. En ese sentido no, pero influye en el ambiente general. Te pondré un ejemplo: cuando estás en Movistar, donde casi todos son españoles, para nosotros es mucho más fácil mostrarte como realmente eres porque no tienes la barrera del idioma. Aunque controles otros idiomas, siempre hay una barrera a la hora de dominar las expresiones o el tipo de bromas que se hacen. En Portugal o Italia no lo noté tanto porque el carácter es muy parecido, pero cuando cuando te relacionas con los anglosajones es verdad que parece que están en otra página. Al final, todos hablamos en inglés y nos entendemos, pero muchas veces echo en falta el puntito de compartir el idioma para terminar de congeniar.
– ¿Le costó mucho amoldarse a Orica?
– Cuando fui allí fue todo muy impactante. Yo hablaba el inglés que había estudiado en el colegio y de repente estás allí con gente de todo el mundo y con costumbres muy distintas a las que estás acostumbrado a ver en el ciclismo y el deporte. Es curioso al principio, pero como aprendizaje y cultura es algo que me ha gustado.
– No será muy distinto en su actual equipo
Aquí es algo parecido. Este año vamos a estar en 18 nacionalidades distintas y es algo que me enriquece mucho a nivel personal. Es algo que suelo decirle a amigos o excompañeros de otros equipos: quizás, cuando eres joven y estás plenamente concentrado en tu carrera y eres ambicioso, no tanto; pero cuando estás enfilando el final de tu carrera, si puedes, muévete. Conoce gente, conoce culturas. Al final, es algo que te enriquece un montón.
– ¿Se le presentó esa oportunidad cuando estaba empezando y no la cogió por esa ambición que comenta?
– No. En mi caso no se me presentó. El primer equipo extranjero al que fui, a Portugal, yo ya tenía 28 años.
“En Portugal han creado su micromundo y están cómodos en él”
– Hablemos un poco de su paso por Portugal. Hace diez años de aquello y al ciclismo portugués se le mira desde hace ya muchísimo tiempo como la siguiente gran cosa que le tiene que pasar al ciclismo europeo. En este tiempo, ha explotado el ciclismo británico y el portugués sigue donde siempre. ¿Durante su estancia allí, encontró explicación a esta situación?
– (Suspira) Es complicado de explicar. Creo que ellos se han creado su propio micromundo para ellos y no están muy interesados en acoplarse al resto de Europa y el mundo. Ellos están cómodos con su calendario y sus equipos y es verdad que al resto no nos gusta excesivamente ir allí a correr. Con todo ello, es normal que pase lo que les está sucediendo. Cuando uno está a gusto en un sitio y el resto no está de todo cómodo yendo allí… Ya lo vimos con Maia, que fue el último gran paso o intento que se dio. Es una pena porque no estaría de más que saliera un equipo como aquel capaz de integrarse al ciclismo del resto de Europa.
– Acaba de completar su primera temporada en el Israel Cycling Academy que, además, ha supuesto un importante salto para el equipo. Hace ahora doce meses, ¿qué sensación tenía al unirse a este proyecto viniendo de un World Tour? ¿Vértigo? ¿Ilusión?
– Cuando surgió la oportunidad de venir aquí yo no tenía ninguna referencia del equipo, pero la primera vez que me reuní con Kjell [Carlström] las sensaciones fueron tan buenas que llegamos a un acuerdo allí mismo. Mi representante ya me había comentado la historia del equipo y aunque al principio me sonaba un poco raro, me pareció un proyecto ambicioso y realista a la vez. Sabían lo que querían y cómo ir a por ello. Desde ese punto, tuve confianza total con ellos y no tuve ninguna duda. Comenzamos a pensar en el Giro en julio, nada más llegar a un acuerdo con ellos, y se ha ido cumpliendo todo lo que el equipo se propuso. A día de hoy, no tengo ninguna duda de que el proyecto es sólido y que seguirá creciendo.
– A nadie se le escapa que esa presencia en el Giro tiene una importante vertiente de patrocinio que este año, en teoría, no será así y habrá que ganarse las invitaciones en la carretera. En este sentido, ¿qué nota le pondría al equipo en este 2018?
– Un notable alto. Un sobresaliente no porque siempre se puede conseguir algo más, pero ten en cuenta que un equipo como este tiene varias vías para ir a una gran vuelta y todas son difíciles. Nosotros hemos estado en el Giro y para mí, eso es un logro. ¿Ha sido por patrocinio? Sí. Otros han pretendido ir y no lo consiguen. Para mí eso es un movimiento maestro por parte de la gente del equipo. En cuanto al rendimiento deportivo creo que se ha dado una imagen muy buena. No dejamos de ser un equipo de segunda división y dentro de nuestro nivel, creo que hemos hecho una temporada bastante buena.
– ¿Fue Castilla y León su mejor momento del año o hubo algún otro que, pasando más inadvertido, destacaría sobre ese triunfo?
– En cuanto a sensaciones, Castilla y León y el Giro fue, porque ese era el objetivo que se programó a principio de año, donde mejor me sentí.
“Si gano en el Giro, me podría retirar”
– Y en el Giro hizo segundo en una etapa.
– Sí, y se me quedó clavada. Sentí que perdía una gran oportunidad, quizás la última, de conseguir una etapa allí.
– La única gran vuelta en la que no ha ganado.
– Efectivamente. Para el equipo era muy importante ganar una etapa allí, pero para mí, a nivel personal, también lo era porque consideraba que si ganaba una etapa en el Giro prácticamente me podía retirar. Ya no tendría mucho más que hacer en el ciclismo. No habría un objetivo que me hiciera irme dos meses a Sierra Nevada o cosas así… ¡y lo tuve ahí! Estuvo cerca, pero no pudo ser.
– Aunque no se conocen las invitaciones de este año, si el equipo vuelve a estar, ¿está el Giro en su calendario?
– Normalmente, sí. Hemos hablado un poco y se está trabajando para que el equipo pueda volver al Giro y si vamos, lo volveré a intentar como última oportunidad.
– ¿Cómo ve al equipo para este 2019?
– Creo que, como has señalado antes, el equipo se está reforzando para poder entrar en las grandes vueltas en 2020. No se ha hecho ningún súper fichaje, que es la tendencia de este equipo, pero sí han llegado tíos sólidos y gente rápida. Vamos a ser 30 corredores y, si podemos, haremos tres calendarios para tratar de coger puntos.
– ¿Cuál es el calendario que tiene usted marcado?
– Empiezo en Mallorca, donde haré dos o tres etapas, luego haré Valencia y después estamos pendientes de si haremos Algarve o Antalya, en Turquía. Después me tocaría una concentración en Sierra Nevada para preparar la Volta y el resto se enfocará en el supuesto de ir al Giro.
– Ya me ha comentado antes que tiene clavada la etapa del Giro. ¿Será ese su principal objetivo este año?
– Sí. Hay que tratar de llegar al Giro a tope. Si por el camino llegan más premios, mejor. El año pasado, el triunfo de Castilla y León llegó como consecuencia de estar preparando el Giro, no fue un objetivo en sí mismo.
– Y si consigue esa etapa… ¿punto y final?
– ¡Pues no lo sé! Este año pensé mucho en dejarlo, pero el Giro me salió muy bien y me encontraba bien. Los días que tenía intención de moverme podía hacerlo y eso te anima. Así que este año seguiré en esa línea.
– Me decía antes que está cansado del ambiente que se respira en los últimos años dentro del pelotón. ¿Después de colgar la bici quiere seguir vinculado al ciclismo o cambiará de aires?
– No tengo nada decidido, pero estoy convencido de que seguiré vinculado al ciclismo. En este 2018 el equipo me ha pedido que esté un poco pendiente de los chavales jóvenes. Es algo que llega por ser el corredor más veterano del equipo, pero es algo que me motiva. Quizás, de cara al futuro no me importaría coger ese rol.