A Samuel Sánchez (Oviedo, Asturias, 5 febrero 1978) le cuesta recordar cuántos años va a cumplir en el ciclismo profesional. A punto de alcanzar los 38 años de edad empezará el 1 de enero su nada menos que decimoséptima campaña en la elite del World Tour con el BMC estadounidense, equipo que le renovó para cumplir su segunda temporada. El campeón olímpico de Pekín 2008 acude a la entrevista -permutada en una tertulia de ciclismo- con este medio en la concentración de su escuadra en Dénia tranquilo, relajado y con las ideas muy claras. Es consciente de que ya no es el que llegó a ser, pero asume su nuevo rol sin frustraciones y con sensaciones de que aún conserva espíritu y condiciones ganadoras. La «pasión» es su arma clave para continuar ahí.
F. Ferrari / N. Van Looy. Dénia (Alicante). Enviados especiales Ciclo 21
-Hace un año por estas fechas estaba sin equipo. En julio pasado renovó con el BMC. ¿Qué implica este cambio y la consiguiente confianza depositada por el BMC en usted?
-Supone tranquilidad para empezar el año como tiene que ser, después de un fin de 2013 muy tormentoso con la desaparición del equipo Euskaltel-Euskadi. Jim (Ochowicz) el jefe del equipo me dijo que decidiera, que tenía un sitio para mí. Así que en el Tour de Francia, después de todo el sacrificio que había hecho, que me estaba recompensando, que me encontraba bien y que podía estar con los de arriba, le dije que quería correr un año más. Se alegró y para un deportista al final es tranquilidad saber que tienes un año más por delante, pasando un invierno tranquilo sin la presión de buscar equipo y poder entrenar y hacer las cosas como las hacía antaño, ni más ni menos. Llegas aquí sabiendo que vas a estar en 2016, planificando tu calendario, tus entrenamientos… Y para la cabeza es lo principal.
-Económicamente no tiene problema. Por tanto ¿de dónde saca la motivación para seguir un año más cuidándose, sacrificándose entrenando y compitiendo, estar alejado de la familia? ¿Por qué sigue?
-El tema familiar es algo de lo que estoy muy orgulloso porque si la familia no te acompaña en ese viaje que al final es una etapa de tu vida que se acaba -no tenemos una jubilación a los 65 años- es muy difícil y en ese sentido mi familia en todo momento me apoya y es un motivo por el que sigo en la bicicleta. Por otro lado mantengo las ganas de pedalear, de cuidarme, de mantenerme motivado. Al final disfruto mucho de lo que hago. Como bien dices no es por dinero ni mucho menos, pero sí por pasión. Soy competitivo, me gusta tener un dorsal en la espalda, tener esa adrenalina, y sobre todo estos dos últimos años con la experiencia que estoy viviendo en este equipo que es totalmente global, internacional, donde se hablan dos o tres idiomas, donde conoces gentes de todo el mundo, otras culturas, americanos, suizos, belgas holandeses… me llama más todavía. Vengo a la concentración como un amateur que pasa a profesionales, con esa ilusión de estar con mis compañeros, de intentar hablar cada vez mejor el inglés porque hace dos años cuando llegué al equipo apenas sabía hablar inglés y tenía que estar todo el día con alguien que me ayudara. Ahora prácticamente entiendo casi todo.
-¿Ya tiene claro su calendario?
-Es muy bueno porque les dije que si seguía era con un calendario atractivo y que me despertara motivación. También les comenté que no quería correr carreras pequeñas porque me gusta estar en las mejores del mundo Si quiero ganar una carrera de nuevo quiero hacerlo en el World Tour. Así que empiezo en Almería, Murcia y Andalucía; Ardèche y La Drôme en Francia; Catalunya y País Vasco; Amstel, Flecha y Lieja y luego pedí ir al Tour de California. Luego voy a Gippingen y el Tour de Suiza. Hasta ahí es el primer bloque y luego San Sebastián, Burgos y Vuelta a España.
-Solo una gran vuelta por tanto.
-En principio sí. El motivo principal es que la preselección para los Juegos de Río está más o menos hecha. Desde la Vuelta 2014, antes de Ponferrada, no he visto a Javier (Mínguez, seleccionador español) hasta el día de hoy por lo que me lo tomo que no estaré en el equipo. Para nada me lo tomo a mal, pero claro me encantaría estar. Yo sé la experiencia que significa estar en unos Juegos Olímpicos, de defender la camiseta y es única. Como de momento no sé si estaré, descarto el Tour de Francia. En el equipo el hueco lo tengo y si quiero ir, voy. Prefiero venir a la Vuelta, que será más tranquila, menos traslados, mucho en el norte con menos calor y un recorrido que me puede venir bien. Es la carrera que me vio nacer, donde tengo un palmarés muy bueno y en la quiero volver a estar arriba.
-Se ve que tiene galones dentro del equipo a la hora de elegir y consensuar ese calendario. ¿Es una recompensa en lugar de ganar? ¿Equilibra?
-Por supuesto. Ver cómo me tratan todos en el equipo, dices «buf, joder, macho». Todos los compañeros me tienen muy valorado, me preguntan, me consultan muchas cosas, hablo mucho con los entrenadores y los directores de todo lo que pienso… Estoy en la habitación con Manuel Quinziato y el otro día, de broma, decían que toda la sabiduría del BMC estaba en la habitación 273 porque estamos los dos veteranos juntos, «la caja negra del BMC esta ahí» (risas) y entonces en ese sentido el estar contento, ir a las competiciones, a esta concentración y ver a la gente y cómo funciona el equipo te siente de nuevo motivado.
-¿Qué nivel competitivo alcanzó en 2015, cuál espera en 2016 y cómo asume que ya no es el del oro olímpico de 2008, por ejemplo?
-Es lo que tiene que tener claro un ciclista a medida que va pasando el tiempo. Si no aceptas que los jóvenes tienen ya el rendimiento que se espera de ellos y tú no estás a la altura y no piensas que no eres el que eras, malo, es cuando llega la frustración. Cada uno tiene su momento en su carrera deportiva y hay que saber encajarlo. Sí intento llegar al nivel que tenía antes en ciertos momentos de la temporada. Está claro que no puedo luchar por un podio en el Tour de Francia. Tampoco quiero. Es tal el esfuerzo psicológico que tienes que hacer que la percepción que tengo para una carrera de tres semanas como el Tour no como hace cuatro años, cuando gané la montaña, estaba al lado de Contador, Evans… Ahora es imposible. Lo que intento es cuidarme más, entrenar mejor y llegar a las carreras en cabeza lo mejor posible. Para sustituir esa juventud que tenía antes, aplico la picaresca, el saber hacer y la veteranía. Cuesta pero tampoco este año he desentonado. En el Tour estuve ahí arriba a última hora e inesperadamente por la retirada de Tejay (Van Garderen). El equipo sabía que podía haber estado mucho más arriba de no ser por el mucho tiempo que perdí en las primeras etapas porque así me lo dijeron, que no tomara riesgos porque mi trabajo estaba en la última parte en Pirineos y Alpes. También fui competitivo en el País vasco y en otras carreras, fui segundo en Yorkshire…Es lo único que me falta con el BMC, una victoria a nivel individual. Nunca pensé tenerlas por equipos y en un año de sopetón tres y tres de las buenas, Dauphiné, Tour y Vuelta.
-Dice que quiere volver a ganar ¿Le da igual o prefiere un sitio especial?
-Ganar nos da igual siempre donde sea. Ganar es ganar, pero si tuviera que elegir sería en el País Vasco. He ganado todo allí, pero me gustaría conseguir mi cuarta txapela en Arrate. Es complicado, tengo tres consecutivas que es muy difícil hacerlo, pero sí me gustaría ganar una etapa o la general allí. Es difícil claro, pero nunca se sabe. La participación siempre es top allí.
-¿Froome y Quintana están un escalón por encima del resto en el Tour de Francia?
-Froome, Quintana y Alberto (Contador) sí. Entre ellos tres estará. A una grande Alberto puede. Se ha dado cuenta. Si quiere ganar el Tour no puede hacer el Giro. Y lo ha visto, que la segunda grande le cuesta. Los años pasan y es muy difícil. Y de los pocos que lo ha conseguido ha sido Alberto en Giro y Vuelta.
-¿La Vuelta a España puede ser diferente, extraña, por el pico de forma de muchos participantes en el Tour y los Juegos de Río y con corredores inesperados?
-Va a ser una Vuelta bonita y disputada. Y vamos a ver talentos emergentes. Igual que hemos visto a Aru ganar su primera grande, a Dumoulin, Chaves… Creo que pasará algo parecido.
-¿Y Mikel Landa?
-He tenido mucha relación con él como excompañeros y de amistad incluso. Hoy por hoy es el futuro que tenemos. Es el único español no llamado Contador-Purito-Valverde-Samuel que ha subido al podio de una grande en los últimos años y menor de 30 años. El cartel lo tiene y tiene mucha responsabilidad. Tiene mucho margen de progresión y está en el equipo perfecto. El problema es que hoy el ciclismo está muy igualado. Vemos que hay carreras que no las gana el más fuerte como vimos en la Vuelta a España. Dumoulin la perdió por falta de equipo. Mikel Landa, a poco que mejore en las contrarrelojes llanas, puede ser un candidato a estar muy arriba en el Tour de Francia. El Tour es siempre una carrera extraña que a mucha gente se le cruza, pero por condiciones y cualidades, lo que le he visto en el Giro y la Vuelta, la calidad que tiene y ese margen de mejora, va a llegar muy lejos. Tener carácter es bueno, pero tendrá que saberlo canalizar. Si cae en las manos correctas es un potencial ganador de pruebas de tres semanas y además dando espectáculo. Tiene muchísima facilidad para la escalada.
-Uno de los grandes fichajes del mercado ha sido el de Richie Porte.
-Al equipo le viene fenomenal y bienvenido sea. A Van Garderen le va a quitar mucha presión y el equipo al final es más fuerte. Entre ellos dos pueden hacer un buen Tour de Francia y a ver dónde son capaces de llegar tanto uno como otro. Ninguno sabe lo que es pisar el podio en una vuelta grande y eso hay que decirlo también. Los años pasan y Richie ya tiene 31. Si tiene un arranque de temporada como el de este año que te asegure París-Niza, Volta a Catalunya y Trentino ya sería un buen resultado.
-¿Le gustaría tener más corredores españoles en el BMC?
-Sí, pero bueno tenemos a la masajista española Auxi (Martín), al colombiano Atapuma, Quinziato vive en Madrid, Phinney habla muy bien español; la novia de Bohli es mexicana y habla castellano; un par de mecánicos; Yvon (Ledanois) habla muy bien… ¿A nivel deportivo? Me siento bien. Echo de menos a mis compañeros del Euskaltel con los que me lo pasaba fenomenal, pero hay que seguir para adelante y pensar en el futuro.
-¿Llegó a pensar en formar parte del equipo para los Campeonatos del Mundo de la especialidad en Ponferrada y Richmond que finalmente ganaron?
-En Ponferrada si se me planteó. Me llamaron para correr el Mundial contrarreloj por equipos, que si quería, tenía hueco y dije que no porque quería centrarme en el de fondo, pero luego me llevé el jarro de agua fría de Javier Mínguez. Para Richmond este año ya sabía que no iba a estar. Había gente mucho más cualificada que yo para hacerlo bien como así demostraron.
-¿Qué pasó el año pasado a estas alturas entre usted y el BMC para tener que firmar finalmente ya en enero?
-Al final fueron malentendidos entre mi representante (Joona Laukka) y Jim (Ochowicz, el manager). Yo no entendía nada porque me parecía muy raro. Fui yo al final el que le mandé un correo a Jim y él fue el que me contestó y me llamó al día siguiente desde el Tour Down Under. Me dijo que se alegraba de mi correo y que siempre tenía un hueco para mí. Hablamos de las condiciones económicas y deportivas al día siguiente ya vine a Dénia. Al final tienes que coger el toro por los cuernos. Y este año en el Tour igual. Un día en el autobús le dije a Jim que quería continuar. Me dijo «¿me das la mano?» Se la di y me contestó «renovado». Siempre he sido una persona que nunca ha tenido mánager. Siempre hacía yo las cosas.
-¿Tiene al ciento por ciento decidido que es su última temporada?
-No, no, para nada. Recientemente leí a Purito y pensamos casi todos igual. Mientras tengas ganas de entrenar, ilusión, no te cueste mucho ir a competir, tener un buen calendario y estando en un buen equipo veo tontería dejar la bicicleta. Otra cosa es que te entrenes, te sacrifiques, esperes tener unos resultados y no vengan. Por eso os decía que hay que saber asimilar el paso del tiempo, saber que ganar te va a costar más, asumir tu sitio en el pelotón, afinar más la puntería y que vas a entrenar lo mismo que antes y no vas a recibir la misma recompensa. Hay que tener eso en la balanza y recoger la recompensa de todo lo que has trabajado fuera y dentro de carrera. Si ese trabajo y de cabeza estás bien seguiré corriendo. Si me pasara lo contrario ya sería el momento de dejarlo.
-¿Había perdido esa motivación y alegría en las últimas temporadas?
-Para nada. Al revés. Euskaltel era un equipo diferente, era una familia, todos nos conocíamos… La falta de algunos medios la suplíamos con el buen rollo que había entre todos. Era un David enfrentándose siempre a un Goliat. La gente me decía como era posible que un equipo súper pequeño, de un reducto como el del Astérix y Obélix, fuera capaz de plantar cara y ganar a grandes equipos con grandes presupuestos hechos a base de talonario. Llamaba la atención. Perdí un poco la ilusión por ver cómo acabó el equipo. Me costó volver, retomar y ver que el ciclismo seguía, que había vida más allá de Euskaltel. Fue difícil volver viendo que la mitad de mis compañeros dejaron la bicicleta o que los auxiliares que tuve abandonaron el ciclismo.
-Contador, Valverde y Purito son, más o menos, de su generación. ¿Qué tienen los tres que siguen ahí en lo alto como demuestra el TOP Ciclo 21?
-Yo creo que ilusión. No hay que tener más. Purito quizás hasta que no salió del Caisse d’Epargne no empezó a despegar con 29-30 años. Yo sin embargo con 26 y 27 ya estaba pegándome con todos los gallos y al final va un poco por ciclos. Lo que sí siempre digo es que se va a echar de menos a esta generación. Sí que vienen generaciones por detrás, pero digo que se están perdiendo mas generaciones que las que vienen. Vamos a tener ahí una laguna de unos años porque los buenos corredores amateurs que no pueden pasar, el futuro, los estamos perdiendo por falta de equipos. En España hay talento, siempre lo hubo porque el ciclismo es un deporte que se practica y a la gente le gusta. El problema es que cuando yo era amateur pasábamos quince al año y ahora pasan cuatro, cinco, seis… Es muy complicado. De la cantidad sale la calidad. Luego los que pasan tienes que despuntar mucho para entrar en el World Tour. Y otra cosa es que los equipos se están nacionalizando. Astana cada vez mas kazajos; Katusha cada vez más rusos; Etixx cada vez más belgas y gente de alrededores; Lotto NL, holandeses; Lotto Soudal, belgas… Ves que equipos internacionales tampoco hay tantos. El Orica.
-¿Ese ciclismo igualado es una demostración de que el pasaporte biológico es efectivo y amedrenta a los tramposos?
-No voy por ahí. Voy por más por los avances que hay en la manera de entrenar. Hoy en día todo el mundo entrena por potenciómetro, en todos los equipos hay entrenadores, nutricionistas, se aplican las últimas novedades en entrenamientos y vemos que todo el mundo entrena muy parecido, se concentra en altura, hace sus planificaciones y al final todo el mundo pone su cuerpo al ciento por ciento y luego ya es la genética es la que marca la diferencia. Se ha avanzado muchísimo en ese aspecto. Yo empecé con el potenciómetro en 2002 cuando nadie lo usaba. Y partir de ahí empezó toda la vorágine de los vatios y todo el mundo ha mejorado en todo. El nivel medio del World Tour es muy alto ahora mismo. Antes veníamos aquí el Euskaltel y Banesto a rodar muy suave. Ahora no. Se viene a trabajar y mucho.
-Volviendo la vista atrás, tras años tantos en Euskaltel, ¿al Samuel Sánchez de 2001 le daría el consejo de salir a un equipo extranjero?
-Hoy por hoy el problema es que hay muy pocas opciones de correr en España. En el World Tour solo está el Movistar y solo pasan uno o dos españoles como es lógico. Es un equipo con pedigrí, con nombre, con grandes campeones y no se puede permitir el lujo de tener a media plantilla que sea neoprofesional porque ha que tener resultados. Sí que animaría a los chavales que se aventurasen a salir porque aparte de tener trabajo sirve para abrir la mente y un equipo extranjero la abre de una manera increíble. Te quitas barreras, conoces otras culturas, pierdes el miedo a viajar, a hablar, a todo, te forma como persona. Y estamos viendo que lo están haciendo. El caso que tenemos en Asturias es el de Iván García Cortina que con 20 años se ha tenido que ir a un equipo checo. Es el filial del Etixx pero ha tenido que salir de casa. Yo recomendaría a cualquier amateur que si tiene una oferta de un equipo extranjero no se lo pensara dos veces porque le va a hacer ver el ciclismo de otra manera y si tiene la oportunidad de volver a España va a tener la oportunidad de disfrutar muchísimo de haber estado en un equipo extranjero porque te enriqueces muchísimo de las culturas de otros países y de otra gente.
-Por cierto, ¿tuvo contacto directo con Fernando Alonso y su fallido proyecto de equipo?
-La verdad que no. Lo que sabía era lo que se publicaba en los medios, lo que salía de su entorno, de su mánager. No se volvió a hablar más del tema.
-¿Qué opina de la implantación de los frenos de disco?
-(Resopla) Crea controversia porque muchos dicen que es marketing, pero hay que ponerse en el lado de los constructores y al final para vender bicicletas hay que crear ilusión también. La única manera de renovar un parque ciclista es creando algo que no ha existido hasta ahora que son los frenos de disco en las de carretera. A nivel de ventas y cicloturista es fenomenal. En competición es complicado todavía a la hora del peso. Lo reducirán seguro, pero las ruedas pesan mucho todavía, el peligro de los discos a la hora de un pinchazo por si lo tocas y te quemas, a la hora de cambiar la rueda en el roce con las pastillas… Es algo que se tiene que mejorar un poco, pero en dos años iremos todos con discos.
-¿Y de la reducción de corredores?
-Más que corredores, reduciría equipos en las grandes vueltas. Ocho lo veo bien, tampoco está mal. Pero por ejemplo en el Tour de Francia estaría bien. Es mucha gente. Hay demasiadas caídas y es una locura. Lo veo desde otro punto de vista y estamos muy locos.
-¿Los corredores han notado el exceso de número de vehículos en carrera y el consiguiente riesgo?
-Todo lo que sea seguridad no está mal. Motos enlace, coches que regulen el tráfico, cruces bien cubiertos… Pero han de tener mucha precaución porque a un ciclista lo tocas un poco y te lo cargas. Ya lo vimos con Sagan en la Vuelta. Hay que saber muy bien a quién le das una acreditación para conducir un vehículo en una Vuelta a España. No me siento más inseguro que otros años. Lo de esta temporada han sido casos puntuales. Las caídas son también porque hay tanto nivel que hay mucho codo y nadie frena. Hay mucha tensión y al mínimo roce te vas al suelo. ¿El efecto del tramadol? Para nada. En la época de Indurain por ejemplo se iba muy separado y ahora se va muy junto. Hay mucho estrés en carrera.
-¿Por qué no tiene perfil en las redes sociales?
-No soy muy amigo de las redes sociales y mientras no me obliguen… Para el tema marketing, perfecto. Para la vida personal creo que hay que ser más hermético. Soy más de dar entrevistas a periodistas y que ejerzáis vuestra labor. Se está perdiendo el lápiz, el boli, el papel… Ahora hay jefes de prensa, todo se cuelga y al final el periodista que hace ¿copiar y pegar? ¿Entonces para qué estudiaste cinco años una carrera? Soy más purista, más romántico. Hoy bromeaba con Taylor Phinney y me decía «Eres mi ídolo, no tienes ni twitter ni facebook» y le dije que «es que los dioses no tenemos ni twitter ni facebook« -(risas)- y decía «¡tienes razón!». Yo veo a los compañeros todo el día con las redes. Como información está bien. Al final sé que acabaré en ello pero mas por tema de marketing. No me llama la atención y no es una necesidad. Leí que una persona pierde al día una hora de media en mirar sus redes sociales. Y esa hora prefiero dedicármela a mí, a mi mujer, a mis hijos, pasear al perro o descansar si estoy en carrera. Siempre digo que si duermes una hora más que tu rival, es un día que recuperas en una vuelta grande.
-¿Y por dónde pasa ese futuro?
-Pues ahí estamos con el equipo que hemos hecho en Asturias, la Samu Sánchez MMR-Cycling Academy y es un aliciente que tengo en el futuro y volcarme más con los chavales.
-¿Y hasta dónde se puede estirar la academia? ¿A nivel profesional?
-Pues es la idea del jefe, de Daniel Alonso, el dueño de MMR Bikes.Su objetivo es correr la Vuelta a España, pero el dinero manda. De momento estamos con 33 niños que no está mal con escuelas, cadetes y juveniles. Queremos ser el equipo de carretera referencia en España, diferentes, con muy buena imagen, con todos los niños con las mismas bicis lo que le hará único en España. No es un equipo profesional, pero con muchos medios para darles lo que no pudieron darnos en nuestra época. Cuando era juvenil costaba mucho comprar una bicicleta. Aquí se les va a dar todo para esas familias que no pueden dárselo a sus hijos. Así sólo se tendrán que preocupar de dar pedales, cuidarse y estudiar. Queremos hacer Copa España y salir a Europa a partir del año que viene.
-¿Este año no hará ciclocross?
-Me chifla, pero no me han dado permiso. Tengo la bici en casa con frenos de disco, por cierto. Un maquinón BMC. Iba a correr dos pruebas en Asturias, el 26 de diciembre y el 2 de enero, pero al final no podrá ser. En cierto modo lo veo lógico.