«Iba con Evans en una bajada, a 60 o 65 kilómetros por hora, y veía que nos caíamos, que nos íbamos al suelo, que no había forma de librarse, y para intentar evitarla me golpeé con la rodilla y con el muslo en una pared. No tenía nada más que el golpe», explica Samuel Sánchez desde su casa de Oviedo, donde se recupera de esa caída que le ha dejado sin correr el Giro de Lombardía e incluso la Vuelta a Pekín.«De moral, para cómo podía estar, no se puede decir que ande mal. Eso sí, tengo la incertidumbre de mi futuro profesional. Tengo dos años de contrato firmados, pero no sé ni si voy a correr», nos explica.
Todos su planes se han resquebrajado de una forma importante, llamativa: «Quería dejarme ver, hacer buenas carreras, para ver si algún equipo se interesaba por mí, pero me ha salido todo al revés. La Vuelta tampoco se puede decir que me haya salido bien. Mi futuro está en manos de los abogados. Toda la ilusión que tenía porque las cosas me saliesen bien se ha quedado, por las circunstancias, en nada».
Si le preguntas si se encuentra afectado por todo lo que le está pasando dice que «intento disimularlo. No estoy triste sólo por mí, sino por la situación de la mayoría de los compañeros con los que llevo muchos años».
Samuel quiere ser optimista pero lo que ve no le anima a serlo: «El tiempo se me acaba y aunque no quiero, me estoy haciendo a la idea de que acabaré colgando la bicicleta». El equipo que quiere poner en marcha Fernando Alonso en 2015 le llegará muy tarde: «¿Qué voy a hacer? ¿Estar un año sin correr?».