Aunque el número de carreras de ‘Seis Días’ ha disminuido sensiblemente en los últimos años, y ya no hay verdaderos especialistas en este tipo de pruebas, aún hay corredores habituales en las grandes citas como Ballerup, Gante, Rotterdam o Berlín, y a los que se les suele ver en casi todas ellas.
Dentro del pelotón español, quien más se acerca a esta condición de ‘especialista’ es Sebastián Mora, un habitual en los recién terminados Wooning Zesdaagse de Rotterdam, prueba que ganó en 2016 junto a Albert Torres, y en donde lograba la cuarta plaza el pasado domingo, en compañía del danés Mattias Malmberg. En su currículum también están Zurich, Grenoble –“donde corrí por primera vez una prueba de este tipo”- o Grenchen, carrera que también está en su palmarés, haciendo dupla con Julio Alberto Amores.
Eso sí, aún no ha podido correr en la meca de esta disciplina, en ‘t Kuipke de Gante. “En dos ocasiones, por la coincidencia con la Champions League, y este año, como otros antes, por venirme mal de fechas en la pretemporada. Los corredores belgas siempre me dicen que les gustaría verme allí y sé que es mi asignatura pendiente. Pero algún año estaré”.
Mora es un decidido entusiasta de los Seis Días. “Son unas pruebas muy espectaculares, que enganchan al público. El ambiente en las gradas es excepcional, pero entre los corredores también, nos llevamos muy bien y hacemos todo para que el público disfrute. Es algo muy diferente a lo que la gente cree. Es otro mundo, otra parte del deporte. Y no entiendo por qué no puede haber una prueba así en España, aunque sea con menos días de duración”, que es la tendencia en otros sitios como Ballerup, Bremen o Berlín, donde se han reducido a tres días. Igualmente, desde el punto de vista deportivo, señala sus ventajas. “Por mucho que entrenes, donde verdaderamente aprendes es en la competición. Y aquí tienes seis días a tope. Aprendes corriendo, viéndote en todo tipo de situaciones, pero también observando a los rivales. Aspectos técnicos que, desde luego, no vas a tener sólo entrenando”.
Pero en esta ocasión no vamos a hablar de lo deportivo, sino del interior de los Seis Días, de la experiencia vivida en este caso en Rotterdam, que nos cuenta Mora en primera persona.
Sin palmarés, imposible
Es el organizador el que habla contigo, el que te conoce por tus resultados o por tu experiencia en años anteriores. Y aunque no es un mundo cerrado, sí que resulta prácticamente imposible correr si eres nuevo y no tienes un palmarés. Aquí competimos por un fijo, no hay premios adicionales, pero ello no afecta a la combatividad, ya que es una lucha continua hasta el final. Hay corredores que exigen venir con un compañero determinado. No es mi caso, pero es cierto que suelen emparejarme con algún corredor importante con el fin de que seamos competitivos, aunque el mayor protagonismo suele venir de los corredores del país, y en este caso, de belgas y holandeses.
Este año he corrido con Mattias (Malmberg). Es muy técnico, muy bueno en los relevos y el posicionamiento y en leer la carrera. Muy bien compañero. Y no lo hemos hecho mal, aunque nos faltó un poco más de práctica en la eliminación por parejas, sobre todo.
Llegar el día antes
En mi caso viajé el lunes, la víspera del comienzo de la prueba, aunque hay gente que suele llegar antes, para adaptarse al velódromo. En mi caso, ya la conozco y no necesito hacerlo. Es una pista desmontable, de 200 metros, que tiene sus secretos y sus trucos. Solo se monta para este evento, en un polideportivo -el Ahoy de Rotterdam-, y tardan cinco días en montarlo y dos en desmontarlo.
Además, no tenemos ningún tipo de compromiso, de presentación o similar. El mismo día que comienza la carrera hay una reunión técnica antes. Si empezamos a las siete, sobre las cuatro y media. Pero todos los detalles sobre la prueba nos lo han ido enviando antes.
La garantía de un mecánico
Llevo dos cuadros, con un par de ruedas lenticulares y otras de palo. Pero del tema mecánico me despreocupo y hago como el 80 o el 85% de los que vienen, contratar un mecánico aquí, que es el que te resuelve los problemas que puedas tener de material. En este caso es Ken, un mecánico que va con los belgas, y que te da mucha tranquilidad saber que está ahí. Y lo mismo hacemos con el masajista. Ellos tienen sus espacios de trabajo dentro del velódromo.
Al ser una pista más corta, sueles llevar desarrollos más cortos que lo normal, y cambias las bielas de 172 por unas más pequeñas, para poder reaccionar mejor a los ataques. También bajas el sillín y el retroceso.
Lo que no traigo es bicicleta de carretera. Hay gente que sí la trae para salir una o dos horas por la mañana. En mi caso prefiero hacer rodillo o entrenar en el velódromo antes de la prueba.
Muchas horas en el velódromo…
Suelo llegar sobre las dos de la tarde, me doy un masaje y luego como, sobre las cuatro. Salvo el desayuno, hacemos todas las comidas en el velódromo, que además de ser lo más fácil, tiene muy buen catering, con pasta, pollo… todo lo que necesitamos.
Sobre las siete comenzamos y cada día tenemos unas seis carreras -aquí en Rotterdam, normalmente hay dos ‘chases’, una eliminación por parejas, los 200 metros, el supersprint y los integrantes de cada pareja se reparten entre una carrera tras derny y una eliminación individual-. Lo primero que hacemos entre prueba y prueba es cambiarnos la ropa, incluso los calcetines si has sudado mucho. Permaneces en tu cabina, hablando con tu compañero, o vas a las de otros, sobre todo para comentar algún detalle. Aprovechas para tomar alguna barrita o algún gel. Y si hay mucho tiempo entre dos pruebas, haces rodillo, en los que te pone la organización.
Aquí en Rotterdam terminamos sobre las doce, y aprovechamos para ducharnos y cenar. Y sobre la una y media salimos del velódromo hacia el hotel. En algunos sitios está al lado, pero aquí lo tenemos a diez minutos. Normalmente vas en coche con algún compañero, porque hay muy buen rollo entre nosotros.
… y de regreso al hotel
Llego sobre las dos y directo a la cama. No soy como otros que les cuesta conciliar el sueño después del esfuerzo. Caigo enseguida. Y durmiendo hasta las once, en que bajamos a desayunar.
Por la mañana nos quedan unas horas que tienes que aprovechar. Como te decía, yo no me traigo la bicicleta de carretera, pero hay otros que sí. Y tampoco me llama la atención salir a dar una vuelta. En mi caso me quedo estudiando o hablando con algún compañero de clase sobre lo que están haciendo. Este año no tengo tantas asignaturas, he cogido solo tres porque con los compromisos de los Juegos y del equipo tampoco puedo dedicarle tanto tiempo. También aprovecho para llamar a casa, para hablar con la familia. Y se te pasa la mañana volando.
A las dos, camino del velódromo, a por un nuevo día. Y son seis.