Strade Bianche (WWT): Van Vleuten, dictatorial

Van Vleuten celebra su triunfo en Siena / © Mitchelton-Scott

Nicolás Van Looy / Ciclo21

La Strade Bianche tiene ese algo que sólo algunas pruebas elegidas y con muchísima historia a sus espaldas tienen. Es algo intangible que los organizadores de todo el mundo buscan en las carreteras y caminos de sus regiones, pero que muy pocos encuentran. Hasta no hace tanto existía cierto consenso en que ese algo lo daba la propia historia de la carrera, pero la llegada de la prueba toscana al panorama internacional nos ha demostrado que no sólo de la acumulación de ediciones vive la épica. Podría ser, claro, el sterrato, marca de la casa de estos caminos blancos, pero tampoco es eso. Muchos se han apuntado a la moda de la gravilla y pocos han conseguido que, más allá de fotos espectaculares de corredores sucísimos, la cosa fragüe. El bellísimo paisaje toscano hace lo suyo, claro; pero tampoco es, por sí mismo, una garantía. La Strade Bianche, en definitiva, tiene ese algo indefinible e inescrutable que sólo tienen las más grandes citas del calendario internacional y por eso, cuando se daba la salida desde Siena a las 9:15 de la mañana, el grado de expectación ya era brutal.

Este año, al contrario de lo que sucedió hace ahora doce meses, la climatología previa a la disputa de la carrera ha sido benigna y lo que en 2018 era barrillo marrón este año era, más acorde al nombre de la prueba, un polvo blanco tan bello en lo estético como molesto para las corredoras.

Mitchelton-Scott y Boels-Dolmans pronto dejaron claro que su intención era llevar la carrera controlada e impusieron un buen ritmo nada más darse la salida para tratar de desanimar a cualquiera que tuviera planes de buscar una fuga temprana, pero Anja Longyka (BTC Ljubijana) y Chiara Perini (Bepink) tenían otros planes y, poco antes de llegar al primer tramo de gravilla, se convirtieron en las primeras atacantes del día. Poco después se les unirían Jelena Erić (Alé Cipollini) e Ilaria Sanguineti (Valcar Cylance), pero tras alcanzar apenas 30 segundos de ventaja máxima, la aventura apenas duraría unos pocos kilómetros antes de que el gran grupo las neutralizara.

Desde ese momento, quedó claro que las australianas y las neerlandesas no querían más sorpresas y la carrera sencillamente voló durante varias decenas de kilómetros. Se rodaba a una velocidad tan alta que nadie osó a buscar una aventura que, ante ese ritmo, se sabía suicida. Los tramos de sterrato iban pasando y el control de las Mitchelton-Scott y las Boels-Dolmans no cedía, hasta que en el cuarto sector el pelotón se dividió en varios grupos en lo que parecía que podía ser un momento clave de la prueba.

Sin embargo, las condiciones del día no aconsejaban empezar la guerra de guerrillas tan pronto y los equipos que mandaban en carrera decidieron bajar un poco el pistón y dejar que las cosas se calmaran. Tras el reagrupamiento, el ritmo deceleró y vivimos unos kilómetros de auténtica calma sin que, tratando de recuperarse del esfuerzo recién realizado, nadie aprovechara las circunstancias para poner tierra de por medio.

Como era lógico, todo eso cambió nada más entrar en el quinto tramo de gravilla, el más largo y, posiblemente, duro de la carrera con sus 9,5 kilómetros siempre ascendentes. La siempre peligrosa Lucinda Brand (Sunweb) y Karol-Ann Canuel (Boels-Dolmans) tomaban unos metros de ventaja en el momento en que Amanda Spratt (Mitchelton-Scott) se bajaba de la bicicleta tras sufrir una caída que la obligaba a abandonar.

Aunque todas estaban avisadas, el movimiento pilló por sorpresa a más de una. Con Brand y Canuel abriendo hueco, fueron Marianne Vos (CCC-Liv), Soraya Paladin (Alé-Cipollini) y Marta Bastianelli (Virtu) las que enlazaron con la cabeza formando un quinteto de altísimo voltaje. Con el gran grupo reducido ya a poco menos de 40 unidades, ese movimiento fue considerado demasiado bueno como para que pudiera fraguar y, pese a su ya mermada composición, el pelotón no tardó en volver a neutralizar a las fugadas.

Cuando apenas restaban 45 kilómetros para la línea de meta, lejos todavía de la última ración de cortos pero muy seguidos tramos de gravilla, se formó un grupo de doce unidades en el que junto a la ganadora de la reciente Le Samyn des Dames, Jip Van den Bos (Boels-Dolmans), Eri Yonamine (Alé-Cipollini), Elena Cecchini (Canyon-Sram), Riejanne Markus, Pauliena Rooijakkers (CCC-Liv), Lucy Kennedy (Mitchelton-Scott), Juliette Labous, Coryn Rivera (Sunweb), Anouska Koster, Rachel Neylan (Virtu) y Ellen van Dijk (Trek-Segafredo), se metió una muy atenta Alicia González (Movistar). Con la práctica totalidad de grandes equipos representados en el corte y con un pelotón ya sólo formado por poco más de una veintena de unidades, el movimiento tenía todos los ingredientes como para poder convertirse en el corte bueno del día, pero esta era una carrera muy distinta a la de hace doce meses y, aunque el desgaste era grande, eran muchas las mujeres que llegaban con fuerzas a esta parte final, por lo que esa fuga tampoco tardó en ser neutralizada.

En cualquier caso, la presión era ya enorme y la espita no iba a tardar en saltar por los aires. De nuevo Canuel lo intentó llevándose consigo a Hannah Barnes (Canyon-Sram), Jeanne Korevaar (CCC-Liv), Julie Van de Velde (Lotto-Soudal) y Audrey Cordon-Ragot (Trek-Segafredo). Fue ese el inicio de un auténtico festival de ataques. En solitario o en reducidísimos grupos de tres o cuatro mujeres, los acelerones se iban sucediendo sin que nadie pudiera abrir hueco. Sólo un elemento era común a casi todos ellos: la presencia de la canadiense de Boels-Dolmans Karol-Ann Canuel, la mujer más activa de la carrera.

Todos esos ataques acabaron por provocar la selección final del grupo de las más fuertes. La pancarta de los diez kilómetros a meta vio pasar Annemiek Van Vleuten (Mitchelton-Scott) con una ligerísima ventaja sobre un formidable grupo en el que rodaban, ahí es nada, Anna Van der Breggen, Chantal Blaak, Annika Langvad (Boels-Dolmans), Cecilie Uttrup Ludwig (Bigla), Marianne Vos, Ashleigh Moolman-Pasio (CCC-Liv), Kasia Niewiadoma (Canyon-Sram), Janneke Ensing (Sunweb), Marta Bastianelli (Virtu) y Ruth Winder (Trek-Segafredo).

La excampeona del mundo lanzó su brutal ataque en el último tramo de sterrato e, incomprensiblemente, las Boels-Dolmans, tan numerosas en ese seleccionadísimo grupo delantero, nada pudieron hacer para hacerle frente. El poco tiempo que tardaron por detrás en organizarse mínimamente, fue suficiente para que Van Vleuten construyera una bonita renta de medio minuto con los que afrontar los últimos y duros ocho kilómetros, con esa subida final a Siena como el iceberg que, esperando a proa, se imponía entre ella y el triunfo.

Pese a lo desigual de la pelea y el enorme cansancio acumulado, Van Vleuten iba, metro a metro, aumentando su renta sobre un grupo perseguidor en el que la actual campeona del mundo, Anna van der Breggen, tiraba con fuerza tratando de devolverle a su compatriota la afrenta de La Course del pasado año, donde la de Mitchelton-Scott le birló el triunfo en los metros finales de una subida realmente agónica.

Van Vleuten se plantó en el arco de entrada al casco antiguo de Siena con XX segundos sobre sus perseguidoras, una ventaja más que suficiente, teniendo en cuenta que por detrás cada cual comenzaba a pensar en sus propios objetivos, como para afrontar esa última subida permitiéndose el lujo de regular su entrega de potencia y, de esa manera, no poner en riesgo un triunfo que la convierte en la quinta mujer en inscribir su nombre en otras tantas ediciones de la Strade Bianche. Junto a la neerlandesa, en el podio, Langvad y Niewiadoma, en su cuarto podio consecutivo sin victoria, se tuvieron que conformar con la segunda y tercera posición, respectivamente.

Van Vleuten: “Pensé que la carrera llegaba demasiado pronto”

Nada más cruzar la línea de meta, la ganadora de la quinta edición de la Strade Bianche reconocía que, pese a ser uno de sus sueños, no estaba plenamente convencida de que esta fuera la mejor edición para pelear por el triunfo. “Pensé que este año la carrera me llegaba un poco pronto, porque tras la lesión de rodilla que sufrí en el pasado mundial he tenido un invierno más corto y he perdido varias semanas de entrenamiento”. Pese a todo, la neerlandesa explicaba que “esta carrera estaba en mi lista de deseos porque es una de mis pruebas favoritas, así que trabajé muy muy duro para llegar en las mejores condiciones posibles”.

La vencedora explicó que no tenía previsto de antemano en lugar donde lanzar su ataque. “Simplemente, esperé al momento adecuado. Sabía que estábamos en en inferioridad numérica, así que sabía que iba a tener que intentarlo en una subida, porque, de lo contrario, las Boels-Dolmans iban a poder contestar”.

La excampeona del mundo no dudó en afirmar que “sin duda alguna, esta Strade Banche es una de las mejores victorias de mi carrera”.

Langvad: “Estoy en shock”

La danesa Annika Langvad fue, sin duda alguna, la gran sorpresa de esta edición de la Strade Bianche. Ella misma lo reconocía nada más cruzar la línea de meta asegurando estar “en schock. Es mi primera carrera de ruta de este nivel y no me puedo creer el resultado que he conseguido”.

La de Boels-Dolmans explicaba que en los primeros compases de carrera surgieron las dudas. “En los sectores 4 y 5 estaba pensando en cómo iba a poder llegar a la meta. No estoy acostumbrada a este ritmo, así que intenté correr de forma inteligente y guardando fuerzas”.

En cuanto a la parte final, Langvad aseguraba que “mis compañeras han sido auténticas heroínas porque se han sacrificado para mí. Esta era mi primera carrera de este nivel y tenía a todo el equipo trabajando para mí. Eso hacía que sintiera toda esa presión. Cuando estaba en la subida final con Kasia Niewiadoma, sabía que era el momento de hacer bueno todo ese trabajo”.

Puntos TOP Ciclo 21: Alicia González, 4 (1ª española 1.WWT)

CLASIFICACIÓN COMPLETA

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Si a la ya de por sí atractiva categoría femenina del ciclismo le unimos uno de los recorridos más hermosos de la primavera, el resultado no puede ser otro que uno de los mayores espectáculos de este deporte. La Strade Bianche femenina, que este año cumple su quinta edición sin que ninguna mujer haya conseguido repetir en lo más alto del podio de Siena, es, como en el caso de su hermana masculina, una prueba de nuevo cuño en la que, ausentes los adoquines o los bergs tan comunes en esta parte del año, el sterrato se encarga, junto a la siempre ondulante carretera de la Toscana, de poner sobre la mesa los ingredientes perfectos para que un pelotón formado por las mejores corredoras del mundo inauguren un nuevo Women World Tour con una de las mejores pruebas del año. 

Si, además del archiconocido sterrato, hay algo que caracteriza a la Strade Bianche dentro de esta época del año es, como ya se ha apuntado, su terreno de continuas subidas y bajadas tan distintas a las de las pruebas de Centroeuropa. Mientras que las carreteras belgas y neerlandesas en las que permaneceremos, con permiso del Trofeo Alfredo Binda, hasta finales de abril se caracterizan por subidas cortas y de alto porcentaje, la Toscana ofrece un paisaje menos fiero a la vista. Se trata, en definitiva, de un terreno más ondulado, algo que no le resta, ni mucho menos, dureza al asunto. Se trata, al menos hasta llegar a la durísima y empinadísima cuesta de entrada a la ciudad de Siena, de una carrera en la que se premia más el fondo que la explosividad, aunque, como ya se ha indicado, esta última cualidad será fundamental para, si se llega en un pequeño grupo, tener opciones al triunfo final.

Un recorrido sin descansos

En total, las mujeres tendrán que superar 136 kilómetros en los que se encontrarán un total de 8 tramos de sterrato, esa especie de gravilla que genera molesto polvo blanco en condiciones de clima seco y peligroso y resbaladizo barro si aparece la lluvia. Todo ello, como ya se ha indicado, en un trazado que no guarda prácticamente ni un solo metro llano y que acumulará un total de más de 30 kilómetros de gravilla.

Tras partir de Siena, las participantes llegarán al primer tramo de sterrato tras sólo 17 kilómetros de pedaleo. Se trata de un sector recto, pero en constante descenso en el que la velocidad puede ser el mayor peligro para el pelotón. El primer punto realmente importante de la prueba será el segundo sector de gravilla. Llegaremos a él tras sólo 25 kilómetros de carrera, pero sus casi seis kilómetros de extensión culminan con una larga ascensión con algunos tramos a más del 10%, un terreno ideal para que en una categoría con tan poco control como es la femenina, se pueda producir una primera selección importante de corredoras.

Tras el avituallamiento y con más de 70 kilómetros en las piernas llegará el quinto sector, que con sus 9,5 kilómetros es el más largo del día. Se trata de un tramo ascendente salpicado de alguna corta bajada que puede dar descanso a las piernas y en el que una corredora que se sienta realmente fuerte podría tratar de hacer algún movimiento valiente pensando ya en la parte final.

Llegará entonces un largo trayecto de 35 kilómetros sin pisar la gravilla para, con sólo 25 kilómetros por delante, afrontar un final en el que los tres últimos –y cortos– tramos de sterrato darán paso a la llegada a Siena. Es esta la zona donde las menos potentes deberían haber tenido que soltar de rueda a las corredoras más explosivas, que encontrarán ahora el lugar perfecto para ellas. Subidas casi continuas con pendientes de doble dígito porcentual desembocan en la durísima y empedrada –nada que ver con los adoquines franceses– Via Santa Caterina, donde se disputa un kilómetro final donde apenas se baja del 10% en ningún momento y donde se alcanza una pendiente máxima del 16% antes de desembocar en un traicionero curveo en bajada que lleva hasta la mismísima línea de meta donde, insistimos, nadie ha conseguido todavía repetir triunfo.

Se trata, por lo tanto, de un recorrido bonito en lo estético, con el siempre bello paisaje toscano de fondo, y en lo deportivo, con una combinación perfecta entre ascensiones suaves y constantes, tramos de técnico sterrato y subidas de pura fuerza donde el descanso no es más que una quimera. El único pero que se le puede poner a la prueba italiana dado el grado de profesionalización al que hay llegado ya el ciclismo femenino –algo extensible a la práctica totalidad de pruebas del calendario– es el todavía escaso kilometraje de la misma. En cualquier caso, si tiramos de comparación, los 136 kilómetros que se cubrirán este sábado son, en términos relativos, mucho más parejos a los de la prueba masculina (sólo 184 kilómetros), que los que se cubren en otras grandes citas del calendario en el que corredores y corredoras comparten carretera y prueba.

Kasia Niewiadoma, reina sin corona

Sexta en la primera edición de la prueba (2015), la polaca Kasia Niewiadoma (Canyon-Sram) es, por derecho propio, la gran dama de la Strade Bianche con tres podios consecutivos… pero sin triunfo. Desde 2016, la ganadora de pruebas como el Trofeo Alfredo Binda (2018) o el Women’s Tour (2017) ha sido una fija en el cajón de Siena con tres segundas plazas. En este 2019 protagonizará su sexto intento y podría convertirse en la sexta ganadora de la prueba, un resultado que, sin duda, haría justicia a una mujer que ha perseguido este entorchado como nadie.

En el cuadro de favoritas, al menos si atendemos a lo hecho en el pasado en la ondulada Toscana, merece una especial mención Anna van der Breggen (Boels-Dolmans), vencedora el pasado año y recién destronada número 1 mundial. La corredora neerlandesa llegará comandando –es un decir– al potentísimo Boels-Dolmans que contará también con la baza de Chantal Blaak, vencedora del Circuito Het Nieuwsblad y que el año pasado se quedó a un paso del podio. La escuadra neerlandesa, como ocurre con el Deceuninck-Quick Step en el apartado masculino, reúne tantísimo talento en sus filas que es complicado descartar otros nombres como el de la luxemburguesa Christine Majerus o el de la americana Katie Hall.

Lo bonito y atractivo de la categoría femenina es que, con un control grupal casi inexistente, la lista de favoritas puede extenderse casi hasta el infinito y, aún así, lo único seguro sería que nos dejaríamos a algún nombre fuera. Lucy Kennedy, Amanda Spratt (Mitchelton-Scott), Ashleigh Moolman-Pasio (CCC-Liv), Ellen van Dijk (Trek-Segafredo), Marta Bastianelli (Virtu) o Lucinda Brand (Sunweb) son sólo los más llamativos y claros ejemplos de mujeres que, sin ser ninguna sorpresa, aspiran a subir a lo más alto del podio de Siena el próximo sábado.

Siena – Siena | 136 Kms.

Perfil de la prueba de 2019 / © RCS

ÚLTIMOS PODIOS

LAS MEJORES DE LA PRUEBA

LISTADO INSCRITAS