Una de las grandes incógnitas de 2018 era cómo iba a rendir Tom Dumoulin en su primer doblete con pretensiones generales. El resultado fue sensacional, con sendos subcampeonatos en Giro de Italia y Tour de Francia.
Pero, en tiempos en los que toda gesta del género está sumida en dudas, Sunweb reveló valiosa información a AD Sportwereld. El motivo, fomentar la transparencia en el pelotón internacional, algo que LottoNL-Jumbo también promovió a través de los datos de Steven Kruijswijk. Eso sí, las cronos de la “Mariposa de Maastricht” seguirán siendo confidenciales, puesto que se reservaron la información de cara a evitar ayudar a los adversarios.
Nadie, ni siquiera Dumoulin, sabía cómo acabaría el “experimento” de doblar Giro-Tour. Y, con los números sobre la mesa, podría decirse que el reto fue cumplido con creces, siendo derrotado solamente por los líderes del Team Sky. Para entender cómo el “tulipán” pudo sostener tan alto nivel en dos rondas de tres semanas consecutivas, los científicos vinculados a Sunweb –Jorn Knops y Teun van Erp– contaron sus secretos.
Antes de conocerlos, hay que comprender cómo funcionan ciertas cuestiones en el ciclismo a la hora de subir. Superficialmente, hay dos factores fundamentales en el rendimiento de los jefes de fila que luchan por la general: potencia y peso.
La primera, expresada en vatios, se usa para para calcular la fuerza con la que el ciclista impulsa los pedales. Y la segunda es la que condiciona -según el terreno- el rendimiento del individuo, puesto que uno de 80 kg deberá imprimir más vatios subiendo que uno de 60 kg para viajar a la misma velocidad.
Con eso en perspectiva, es entendible la obsesión en torno a la báscula y la alimentación, al punto que son calculadas las calorías que los corredores tienen que ingerir según factores tan diversos como el recorrido, la meteorología o el pico de forma.
Para completar la explicación, es oportuno ejemplificar según la clase de ciclista en cuestión. Entonces, un sprinter como Greipel será capaz de desarrollar una potencia monstruosa durante poco tiempo, en tanto que otros corredores poseen la capacidad de realizar esfuerzos parecidos y, además, menos intensos y duraderos. Por último, están los rodadores como el propio Dumoulin, diésel en todo sentido.
Para poder escalar y, obviamente, competir por una ronda de tres semanas, se necesita maniobrar en un rango de entre 5.5 y 6 w/kg. Más no implica que sean sospechosos, porque la altitud y la longitud del puerto influyen, así como el recorrido previo y el desgaste sufrido.
En el caso aquí bajo la lupa, el secreto de Dumoulin para sus subcampeonatos en Giro y Tour fue la precisión con la que manipuló la balanza. El holandés se presentó a la Corsa Rosa con 70.2 kg para sus 1.86 metros, menos que un año antes, cuando batió a Quintana pesando 70.5 kg.
La táctica elegida fue la de no perder y hasta ganar peso durante el Giro, ronda que acabó en 71.1 kg. Tras un descanso, llegó la concentración en altura en la que redujo el lastre drásticamente, comenzando la Grande Boucle en 68.7 kg, su mínimo histórico.
Debido a la pérdida de grasa, el de Sunweb no debió subir a una potencia menor, algo necesario en vista de la fatiga previa acumulada. De hecho, los vatios fueron más altos en el Giro, donde promedió 5.7 w/kg en las últimas jornadas de montaña, contra los 5.6 de la ronda francesa.
En el global, los esfuerzos a tope del evento francés fueron más largos pero, a la vez, más espaciados en el tiempo. Los números no mienten: en Italia estuvo 5.5 horas en la zona más alta de potencia, contra los 8.07 del Tour.
En definitiva, Dumoulin cimentó su éxito en la báscula, evitando reducir de modo extremo los vatios para su segundo objetivo.