Aunque su contacto con los velódromos ahora mismo es mínimo -pese a que estuvo como técnico de Juanjo Lobato hace un par de años cuando su paisano se proclamó campeón de España de ómnium-, Salvador Cabeza de Vaca ha sido un referente del ciclismo en pista en este país, especialmente en la primera década de este siglo cuando fue, en dos periodos de tiempo distintos, seleccionador nacional, así como responsable del Centro de Tecnificación de la Andaluza.
-¿Cuál es su experiencia como ciclista?
-Corrí hasta junior, compartiendo equipo con Mario Lara y Jesús Rosado, que llegaron a profesionales con Kelme, pero yo lo dejé. Éramos cinco hermanos y en casa no había dinero para poder mandarme a un equipo al Norte, que era lo que tenías que hacer si querías seguir compitiendo con nivel. Se me quedó esa espinita. Pero mi padre me dio todo lo que pudo y afortunadamente pude seguir como técnico.
-¿Llegó a competir en pista?
-No. En aquella época no había velódromo en Andalucía, se hizo a finales de los ochenta. Lo que sí que hice, y seguro que muchos lo desconocen es correr ciclocross.
-¿Cómo pasó a ser técnico?
-Saqué los títulos de director y empecé a echar una mano con las escuelas, porque en Chiclana había mucha afición. Empecé a moverme en colegios, en los barrios, con el patronato y formamos una Escuela Municipal, con 90 niños, de los que salieron corredores como Alberto Benítez, Javier Estrada, Agustín Alonso. Ya con el velódromo comenzamos a hacer las primeras competiciones provinciales y autonómicas, pero no sólo en pista, sino que éramos multidisciplinares. Fue entonces cuando Mariano Sánchez -entonces presidente- me llamó, pero para llevar el ciclocross. En 1992 me ofrecieron seleccionador de pista, para sustituir a Pepe Alba. Empezamos a extenderlo por toda Andalucía, y en 1997 presenté el proyecto para tener el primer Centro de Tecnificación, que luego tendrían en otras autonomías. Fui su director hasta 2007, cuando dimití de todos cargos, porque no estaba de acuerdo con la política de base que se llevaba. Pero creo que hicimos una buena labor, con ciclistas como José Luis Carrasco, Jesús Rosendo, Antonio Olmo…
En cuanto a la Española, mi primera labor fue con Paco Sánchez, en el Comité Nacional de Escuelas, y cuando entró Manolo Pérez como presidente, comencé como ayudante de Boris Vassiliev, aunque mi primera competición fue como técnico de féminas en carretera, en 1997. En 1999, cuando se fue Boris, nos quedamos como seleccionadores Toni Cerdá, en el fondo, y yo, en la velocidad, donde vivimos un gran momento que culminó en 2002, cuando Villanueva y Escuredo se metieron en la final de keirin, y ‘Villa’ logró la plata. Entonces hubo una moción de censura contra Manolo Pérez, y aunque siguió en el cargo, yo tuve que dejarlo. Posteriormente, me surgió la oportunidad de trabajar en México con Nancy Contreras, que era la campeona del mundo y allí estuve dos años. Cuando entró Fulgencio Sánchez de presidente, me llamó para que llevara la velocidad, con Didac Navarro para el fondo. El mejor momento ya había pasado, pero había velocistas que estaban surgiendo, como Hodei Mazkiarán, David Alonso… pero tuvimos la mala suerte de quedarnos fuera de Pekín por décimas en la velocidad por equipos. Y ese fue un palo muy grande, sobre todo para los corredores, para Melia, Alvaro Alonso, Donet porque no se lo merecieron. Creía que tras los Juegos me iban a cesar, pero fue al contrario y el que no siguió fue Didac Navarro, aunque no estuve tampoco mucho tiempo más. Con la elección de Castaño sabía que no iba a segur, ya que se renovaron todos los técnicos, pero me dio la tranquilidad de seguir hasta el Mundial. Luego continué algún tiempo más, trabajando en la integración del ciclismo adaptado, de las tres federaciones existentes en la RFEC, hasta que se quedó Félix García Casas como seleccionador.
-¿Hace ahora algún trabajo con la Federación?
-Solamente estoy en la Escuela de Entrenadores de la Española, con el proyecto de formación en biomecánica, y a nivel III, en el curso nacional, impartiendo esta asignatura con Pedro José López Sánchez.
-Aparte de ciclismo, ¿qué otra actividad hace?
-Al único ciclista que llevo es a Juanjo Lobato, pero porque tenemos una buena relación. Y ahora mismo trabajo más con gente de triatlón, por ejemplo, el campeón del mundo junior, Igor Bellido. Pero sobre todo desde la biomecánica. Se trata de un aspecto básico en el rendimiento que ha cobrado mucha importancia en los últimos años, como el entrenamiento de fuerza o la nutrición. Es algo básico, ya que se trabaja en la fusión entre bicicleta y corredor no sólo para mejorar el rendimiento, sino para evitar lesiones. Hay mucho trabajo en aspectos como fisiología, podología…
Todo ello lo llevo en mi propia clínica, SCV-Wiva Lab, en un centro de 200 metros cuadrados en Sevilla, concretamente en Castilleja de la Cuesta. Trabajamos con deportistas, pero también con el Hospital Vithas, en Sevilla, o con el proyecto de I+D Cycling.
-Volviendo a su etapa como técnico, ¿cuál era su momento favorito cuando trabajaba?
-En mi época hacíamos muchos días de concentración, en los que tenías que planificar mucho las cargas de trabajo de los corredores. Según ibas viendo que pasaban los días y se iban cumpliendo objetivos. En ese momento, ver las caras de los corredores, creaba un ambiente muy bueno, que se respiraba. Era esfuerzo de todo un equipo, y era cuando te dabas cuenta de que el esfuerzo de estar tantos días fuera de cada merecía la pena.
-¿Cuál es su disciplina favorita?
-Aunque me haya dedicado fundamentalmente a la velocidad, y es en donde he vivido las principales experiencias de mi carrera, siempre me ha gustado mucho el fondo, por ejemplo, el trabajo con equipos en la persecución. Sin embargo, la madison es la disciplina fundamental. Cualquier entrenador que se precie te dirá que debe ser la primera que se enseñe a los chavales: control de la bici, de los espacios, visión de carrera… Con lo que aprendes cuando corres una madison puedes competir en cualquier otra disciplina, incluida la carretera.
-¿Qué recuerdo le ha marcado como técnico?
-Tengo muchos recuerdos bonitos, pero sobre todo cuando volví a ver a un recuperado Villanueva. Es un ciclista que ha levantado velódromos y verle como subcampeón paralímpico en Londres, después de todos los percances que había sufrido en su carrera, fue un momento inolvidable. Por cierto, he tenido la suerte de vivir los tres últimos Juegos Paralímpicos como comentarista en televisión. Con 21 años, en los Juegos Olímpicos de Sydney, probamos a ponerle un desarrollo que nunca había movido, en un enfrentamiento contra Rousseau. Cuando arranques no te pares le dije. Y el me contesto que el francés tendría que levantarse para ganarle. No lo consiguió, forzando un desempate que se llevó Rousseau por la fotofinish.
-¿Un corredor o corredora al que haya dirigido y le haya dejado huella?
-Tanto ‘Villa’ como Escuredo, que fueron dos grandes corredores que se hubieran merecido el arco iris, y dos excelentes personas. Por ejemplo, Escuredo vivió etapas muy complicadas, pero gracias a su constancia y a su trabajo consiguió cosas muy importantes.
-¿Y un técnico que le haya marcado haya trabajado o no con él?
-Heiko Salzwedel, que entonces estaba con Dinamarca y luego se fue con Gran Bretaña. Es la persona que mejor he visto organizando un equipo, dirigiendo todo el trabajo de su selección. Y dando seguridad a sus corredores. En el aspecto de la velocidad, Gérard Quentyn, que llevaba la selección francesa con Daniel Morelon. Era el mejor, y tuvimos la suerte de que viniera a España para impartir algún curso, algo que ahora necesitaríamos.
-Y para terminar, y sin extenderse –que el tema da para mucho-, ¿qué haría para mejorar la pista?
-Siempre he pensado que la pista debe ser una buena escalera, con un buen pasamanos, en el que los chavales deben apoyarse para ir subiendo. Pero si falta algún escalón, o están sueltos, los chavales terminan cayéndose en algún hueco. Ese el problema de la pista, que faltan peldaños. Hay un trabajo de base con las Territoriales, pero falta un calendario exigente que les abra las puertas de la selección. Y sobre todo, que luego puedan vivir un tiempo al máximo nivel.