Que la Vuelta a Flandes es ‘El evento’ deportivo del año en Bélgica no se le escapa a nadie. Un país que vive volcado en el ciclismo espera con orgullo y fanatismo esa carrera que han denominado como ‘Vlaanderens Mooiste’ (la Más bonita de Flandes) y que nadie quiere perderse. Millones de personas que se movilizan y saltan a las calles para ver pasar a los corredores antes de, a la carrera, volver a casa o al bar para seguir el devenir de los corredores por la televisión. Una pesadilla organizativa y de tráfico que, poco a poco, amenaza con morir de éxito. O, al menos, esa parece ser la gran preocupación de un creciente grupo de aficionados, vecinos, alcaldes y, también, de los propios organizadores.
Repasemos algunas cifras: 1.300 señalizadores, 300 comisarios, 114 carpas VIP, cientos de miles de aficionados, miles de litros de cerveza, kilos de patatas fritas… todo concentrado en un solo día y sobre un recorrido de 260 kilómetros de bucle en una zona muy concentrada. En resumen, una fiesta que, como toda celebración, genera evidentes molestias y contratiempos a algunos y, por supuesto, por reducido que sea ese grupo, hay que tenerlo muy en cuenta.
Algunos vecinos del Oude Kwaremont alertaban en uno de los muchos programas pre-carrera que se emiten esta semana en Canvas (la televisión encargada de la retransmisión de la prueba en Flandes) de que la paciencia de muchos tiene un límite y este puede estar muy cerca de ser alcanzado. Hay “demasiada gente, demasiado alcohol, demasiadas carpas VIP, demasiada basura… y todo eso son preocupaciones de la gente que tenemos que tener muy en cuenta” resumía el alcalde de Kluisbergen, Philippe Willequet.
Willequet resume que “semanas antes de que empiece la carrera se comienzan a montar las carpas y los motores de los camiones rugen por las calles. Durante el fin de semana de la carrera algunos vecinos apenas pueden acceder con el coche a sus casas y cuanta más gente viene a ver la carrera, mayor es el riesgo de que se produzcan daños”.
Esta preocupación creciente no es desoída por parte de los organizadores de la carrera, pero son conscientes de que los intereses de los vecinos chocan frontalmente con los de la propia carrera. “Necesitamos los poblados VIP para conseguir completar nuestro presupuesto. Pero, a la vez, nos preocupa mucho conseguir un equilibrio de intereses. Todo el mundo tiene que poder ver la carrera y por ese motivo también tenemos que construir cuatro ‘poblados’ gratuitos para los fans”, asegura Nicolas Denys, de Flanders Classics.
Preocupados por el lanzamiento de botellas
Los organizadores son conscientes de que el aumento de fans viene unido a un incremento del consumo de alcohol y se muestran realmente preocupados por un ‘efecto contagio’ de comportamientos que ya se han podido observar en el Alpe d’Huez o en algunos circuitos de ciclocross como son el lanzamiento de botellas a los corredores. Aunque minoritarios, estos ‘hooligans’ preocupan, y mucho, a los responsables de la Vuelta a Flandes. Pese a ello, se muestran optimistas y, tras aclarar que han aumentado las medidas de seguridad en las subidas, añaden que “no creemos que exista el hooliganismo en el ciclismo. Desde nuestro punto de vista, la Vuelta a Flandes todavía no se ha hecho demasiado grande. Nos queda espacio para crecer”.
Prohibidas las botellas de vidrio
Pese a esa visión optimista, desde Flanders Classics han preferido curarse en salud y ponerse la venda antes que la herida. En este año 2014 y por primera vez, organizadores y policía velarán para que nadie acceda a las zonas más concurridas con envases de vidrio. “Sólo vamos a permitir los envases de vidrio en las carpas y zonas acotadas como terrazas o bares. Nunca en lugares abiertos. Ahí sólo se podrán usar envases de plástico”. Una pesadilla logística ya que si algún aficionado quiere saltarse la norma e intenta acceder a una cuneta con botellines de cristal, la policía se los podrá requisar y guardar en custodia aunque “una vez que la carrera haya pasado, podrá recuperar sus bebidas. Los comisarios de carrera tienen orden de, en primer lugar, pedir a la gente que se terminen su bebida y, si no lo hace, entonces llamar a la policía para que la requise”.