Mallorca y Challenge abren la campaña española de ciclismo y ahí volveremos a ver a Alejandro Valverde.
Me gusta Mallorca en invierno, me gustan de hecho todos los sitios de costa en invierno, porque transmiten esa pulsión tranquila, alejada del frenesí de otras épocas del año. Sin conocerlo, creo que si me preguntaran cómo es el paraíso diría que se asemeja a algunas de las zonas del interior de la isla más grande de las Baleares, a Soller o sitios así, que parecen cincelados por la mano del creador sin intermediarios.
Pues esa esa isla tranquila, de paisajes bellos, ambiente húmedo y tranquilidad reinante, Alejandro Valverde prevé volver a ponerse un dorsal, un gesto que no hace desde aquella tarde en Dusseldorf cuando el Tour salió durante una típica jornada en un verano alemán.
Será si no me salen mal las cuentas el tercer debut de Alejandro Valverde.
Para el primero deberíamos viajar a 2002, al seno del Kelme, el equipo verdiblanco. Debutó el tres de marzo, Clásica de Almería, cerquita de casa, la suya y la de su entonces mecenas.
Llegaba Alejandro Valverde con etiqueta de imbatido, una auténtica máquina de ganar, casi desde cadetes y con una campaña, la ultima en sub 23 para enmarcar, sin dejar nada por probar.
En Almería, su primera carrera pro sería octavo en un sprint que ganaría Massimo Strazzer frente a Markus Zberg, compañero de podio de Oscar Freire, en su primer mundial. Cuarto fue Angel Edo.
Alejandro Valverde cerraría su primera campaña pro sin triunfos, pero mostraba maneras. Debutó en la Vuelta, que abandonaría el día del Angliru, aquella jornada en la que Aitor González se postuló frente a Oscar Sevilla como líder del equipo Kelme.
En aquella Vuelta, Alejandro Valverde era verde como los dos grandes protagonistas.
Segundo debut de Alejandro Valverde, diez años después, tras dos de sanción por los papeles de Eufemiano.
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