RECORRIDO, PERFILES Y RUTÓMETRO
HEMEROTECA TOUR DE FRANCIA 2018
El Masái Mara tiene sus cinco grandes, verbigracia, el león, el leopardo, el elefante, el búfalo y el rinoceronte. Cinco dominadores de todo cuanto se mueve por esa enorme y bella extensión de tierra del Valle del Rift. Como el Tour, que también tiene sus grandes. Cinco, tres, diez… qué más da. Unos grandes que, como los cinco del Masái Mara, inician cada año una peregrinación de algo más de 3.000 kilómetros. Una migración de la que son los amos, pero no los únicos protagonistas. Mientras ellos pelean por el trono amarillo, otros, también los mejores en lo suyo, bestias de la evolución deportiva, inician su propio viaje. Fundamentales para que ese especial y frágil ecosistema del Tour mantenga el equilibrio. Escaladores, rodadores, contrarrelojistas, aventureros, gregarios y también, por supuesto, los sprinters. Los amos de la velocidad pura. Los depredadores de los últimos metros. Aquellos que, como el leopardo del Masái Mara, tiene en su punta de velocidad su gran arma, pero que sabe que sólo la puede mantener durante una cantidad muy reducida de segundos. Que conoce la importancia de apoyarse en la manada cuando es el momento de cazar. Que es consciente de que las oportunidades son pocas y un fallo aquí, en la jungla, puede soponer la diferencia entre la vida y la muerte deportiva. Entre la gloria o el fracaso.
El Tour de Francia, el más grande espectáculo ciclista del año en términos de atención mediática y expectación deportiva, no sólo reúne a los mejores vueltómanos. Los mejores sprinters también se dan cita en la Grande Boucle, donde un triunfo de etapa justifica el contrato anual de más de uno y donde el maillot verde es el sueño ulterior de todos ellos. Sobre el papel tendrán ocho oportunidades claras más la etapa de Roubaix, donde algunos de ellos ya han demostrado ser más que solventes favoritos y otros, por incomparecencia pasada o por incapacidad, tendrán que asumir el rol de sufridores y aguardar acontecimientos.
Peter Sagan, el referente
Desde luego, Peter Sagan (Bora-Hansgrohe) parte como la gran referencia en los sprints. El caso del eslovaco es ciertamente curioso ya que calificarle como un velocista puro sería, sin ninguna duda, hacer de menos al tres veces campeón del mundo. Ocho etapas en el Tour de Francia, un premio al hombre más combativo y, sobre todo, cinco maillots verdes que le sitúan a un paso de los seis triunfos en la clasificación por puntos del plusmarquista Erik Zabel; son bagaje más que suficiente como para colocar a Sagan en lo más alto de este veloz grupo.
Bora-Hansgrohe volverá a llevar al Tour, consciente de que Rafal Majka no es un un activo tan fiable como el eslovaco, un equipo más inclinado hacia la preparación de los sprints que a la pelea por la general. Ganador este año de la París-Roubaix y la Gante-Wevelgem, no se puede decir que la campaña de Sagan ha sido mala. Sus números servirían para mejorar el contrato de cualquier corredor… que no se llame Peter Sagan. En su caso, la primavera, pese al triunfo en el Infierno del Norte, dejó cierto sabor amargo. No fue, pese a haber sumado su segundo Monumento, el hombre dominante y omnipresente de otras temporadas. Por primera vez desde 2009 presentó una tarjeta en blanco a su regreso del Tour de California, pero en la Vuelta a Suiza volvió a encontrarse con el triunfo dejando claro que llega a la Grande Boucle en perfecto estado de revista.
Fernando Gaviria, el futuro es ahora
Frente a Peter Sagan, por primera vez como gran referente de la escuadra más laureada de los últimos años, llega Fernando Gaviria (Quick Step Floors). Llega el futuro, que ya es presente. El colombiano, siete victorias en este 2018, no mojó en Suiza, pero sí lo hizo, por partida triple, en California. Liberado del yugo que para él suponía la presencia de Marcel Kittel en las filas del Quick Step Floors, Lefevere decidió prescindir del alemán y soltar definitivamente la correa de este jovencísimo portento de la velocidad que, con 23 años de almanaque, se empachó de triunfos en el Giro de 2017 y que este año, presionado por la gran campaña de Elia Viviani (que igualó en este 2018 las cuatro victorias del colombiano en la Corsa Rosa) da el paso final en su evolución y se presenta, en su debut en el Tour de Francia, como el gran rival de un Peter Sagan al que supera, quizás, en punta de velocidad; pero que no aguanta la comparación con el eslovaco en experiencia y, sobre todo, peso específico en el pelotón, algo muy importante a la hora de encontrar ese mínimo hueco que los rivales sí hacen a algunos nombres propios que así se lo han ganado a lo largo de los años. Para paliarlo, eso sí, cuenta con el mejor tren de lanzamiento del pelotón internacional.
Kittel vs. Greipel, la conexión germana
Aunque sólo sea porque en el pasado han demostrado una solvencia a prueba de toda duda, André Greipel (Lotto-Soudal) y Marcel Kittel (Katusha-Alpecin), 35 y 30 años, son los grandes referentes de una generación que comienza a diluirse. Los años suelen pasar algo más rápidos para los sprinters que para otros corredores y los alemanes ya no son lo que fueron. El primero llega al Tour en plena pelea con su equipo, cuyos responsables ya han sugerido que quizás tenga que asumir la realidad y pensar, si es que quiere renovar, en bajar un puesto en el tren y ser el último lanzador, algo que Greipel no está dispuesto a asumir, al menos por ahora, y que podría tener en el Tour de Francia un escaparate inmejorable para reivindicar su rango interno. Once victorias en el Tour avalan al germano, pero lo cierto es que el año pasado no levantó los brazos y en 2016 lo hizo sólo una vez, en París, allá donde el triunfo es simbólico, pero donde ya faltan muchos y entran en juego otros factores más allá de la pura capacidad de sprintar.
Kittel es mucho más joven, es verdad, pero también parece haber perdido buena parte de ese rush final que le llevó a conquistar 14 etapas en el Tour de Francia, incluidas cinco hace sólo doce meses; pero también es cierto que en 2018 se presentará en el Gran Départ con dos triunfos [a la espera de lo que pueda hacer en el nacional, N.d.A.] frente a las ocho victorias acumuladas en el camino a la Grande Boucle de 2017. Son datos, fríos números comparativos, que nunca vienen bien a un velocista, una especie que, como el delantero centro, vive de ganar y al que una sequía prolongada puede acartonar las piernas tan fácilmente como un triunfo puede poner en marcha la maquinaria vencedora de nuevo. Quizás, para Kittel, todo sea cuestión de romper pronto su mala racha.
Groenewegen y Colbrelli, con permiso de sus jefes
No sólo les ocurre a ellos, pero pueden ser el ejemplo más claro de ello. En el Tour no siempre es sencillo conformar un ocho equilibrado y con las ideas claras. Lo tienen fácil, por ejemplo, equipos como Sky o Movistar, que se olvidan de todo en una apuesta decidida por el amarillo, pero muchos otros conjuntos saben que sus líderes para la general no son tan fiables y cuentan en sus filas con buenos velocistas a los que, sin embargo, no pueden montar un tren de lanzamiento exclusivo bien porque no lo tienen, bien porque saben que tienen que dedicar recursos a otros objetivos.
Esto es lo que les ocurre a Dylan Groenewegen (LottoNL-Jumbo) o Sonny Colbrelli (Bahrain-Merida), velocistas de indudable calidad que, sin embargo, se verán supeditados, en el organigrama interno de sus escuadras, a los intereses de los hombres fuertes de cara a la general, es decir, la dupla Roglic-Kruijswijk, Yates y, por supuesto Nibali.
El holandés es el que, sobre el papel, mejor lo podría tener de los tres ya que, aunque su equipo viajará a Francia, como ya hemos dicho, con dos aspirantes a pelear un puesto en la general, también son dos hombres que, por motivos muy distintos, podrían verse fuera de esa lucha y, por lo tanto, dejarían el camino más despejado para que el equipo se centre en lanzar a un Groenewegen que el año pasado, en su segunda presencia en la Grande Boucle, ya consiguió levantar los brazos en la siempre especial etapa de París, aunque allí, como ya hemos comentado en el caso de Greipel, entran en juego muchos factores añadidos. Este año, tras haber sumado nueve triunfos, que le sitúan como el cuarto hombre más laureado del año, es el momento para él de dar un paso al frente y codearse con los mejores velocistas del mundo reclamando su espacio.
Por su parte, Colbrelli cuenta, en comparación con los dos hombres antes mencionados, con el más claro jefe de filas a su lado. Un Vincenzo Nibali que ya sabe lo que es ganar el Tour de Francia y que, por lo tanto, centrará todos los desvelos de un Bahrain-Merida que no podrá dar excesivo apoyo a un hombre que tras cinco presencias en el Giro y una en el Tour todavía tiene que estrenarse en una grande.
Un grupo, este, del que se ha caído a última hora el australiano Caleb Ewan (Mitchelton-Scott). A sus 23 años, todo parecía indicar que este iba a ser su primer Tour de francia, pero su equipo ha preferido apostarlo todo al mejor joven y cuarto clasificado final en la Grande Boucle de hace dos años y, por lo tanto, dejar fuera al pequeño velocista que aseguró, a través de Twitter, estar “absolutamente devastado” por esa no inclusión en el ocho del Tour.
Démare vs. Bouhanni, las opciones francesas
Los aficionados locales tendrán, una vez más, sus esperanzas puestas en Arnaud Démare (Groupama-FDJ) y Nacer Bouhanni (Cofidis). El segundo, que ha llegado muy bien a junio con dos triunfos en los Boucles de la Mayenne (más la general por puntos), un triunfo en Occitania (más un segundo puesto) y la segunda plaza en la Vuelta a Limburgo, sigue tratando de estrenarse, al fin, en la única gran vuelta que no le ha visto ganar. Tres etapas en el Giro y dos en la Vuelta adornan un palmarés que, es cierto, no soporta el favoritismo que en muchas ocasiones se le atribuye al galo que, por otra parte, necesitará centrarse de una vez por todas para dejar de lado esa imagen problemática que le ha lastrado en las últimas campañas.
Démare, por su parte, ganó el año pasado. Ya sabe, por lo tanto, como debe hacerlo, pero ni esa victoria de 2017 ni su condición de vencedor de la Milán-Sanremo de 2016 le hacen merecedor, al menos a priori y sobre el papel, de la condición de súper favorito.
Cavendish, el que tuvo, retuvo
Inédito en lo que va de año salvo por aquel tempranero triunfo en Dubai, los días de máximo esplendor de Mark Cavendish (Dimension-Data) parecen haber quedado atrás, pero el de la Isla de Man nunca debe ser subestimado en una gran cita. Cavs, protagonista el pasado año de uno de los momentos más polémicos de la temporada y que acabó con la expulsión de Sagan del Tour y con él en el hospital, es el humano con más triunfos en la historia del Tour de Francia sólo superado por ese semidiós llamado Eddy Merckx. El Caníbal, que alcanzó las 34 victorias, haría bien en preocuparse por su récord a poco que las cosas se le pongan de cara a un Cavendish que, con 30 triunfos, llega al Tour con la tranquilidad de saber que ya lo ha demostrado todo en esta carrera y que su leyenda sólo puede crecer.
Un listado, el de los sprinters, en el que tenemos que añadir, claro está, tres nombres más: Alexander Kristoff (UAE-Emirates), quizás el más claro de esta terna; Greg Van Avermaet (BMC) y Michael Matthews (Sunweb), dos corredores quizás más cercanos al corte de Peter Sagan y que podrían tener algo que decir en las llegadas rápidas, pero no masivas.
El noruego, sin embargo, es toda una incógnita. Sólo ha ganado dos veces en el Tour de Francia, ambas en 2014, y con 50 días de competición ya en las piernas llega cargadísimo a una nueva Grande Boucle donde nadie sabe muy bien qué esperar de él, pero en la que habrá que tenerle constantemente vigilado.