A estas alturas, el Tour de Francia 2014 debe estar medio tuerto si tenemos en cuenta todos los guiños –algunos reales, pero otros invertidos, forzados e inventados- que ha hecho en las últimas horas: que si al pujante ciclismo inglés por las tres primeras etapas, que si al centenario de la I Guerra Mundial en esa jornada de Ypres, que si a la Paris-Roubaix por el día del ’pavé’, que si a Froome por su recuerdo en Les Belles Filles, que si a Indurain por la crono de Bergerac, que si a Nairo Quintana por si acaso le tienta el Giro, que si a los escaladores en general…
En fin, hasta el 27 de julio del 2014 no sabremos si esos guiños son de complicidad o simplemente de aviso, porque posiblemente sea la edición más traicionera de los últimos años, aunque sea solamente por ser distinta y haberse salido del molde habitual en el que montaña y crono se combinaban como elementos primordiales, poniendo más o menos de uno de los dos ingredientes para favorecer a un tipo de corredor. O perjudicar a otro, que también se han dado muchos recorridos ‘anti’ en la historia del Tour.
Es cierto que la CI edición de la ‘grande bouclé’ está desequilibrada en su recorrido, a favor de los escaladores, ya que es la que menos kilómetros de lucha contra el crono tiene desde antes de la II Guerra Mundial. Personalmente hubiera colocado una primera crono entre Vosgos y Alpes, del tipo de la de Chorges el año pasado. Pero me parece un acierto que no haya prólogo, porque deja abierta la carrera durante la primera semana –aunque espero que ello no se traduzca en demasiados nervios y demasiadas caídas-. Y en cuanto a la última contrarreloj, no será para especialistas sino para corredores ‘enteros’.
Pero el desequilibrio puede resultar entretenido. Primero por la presencia de una etapa de ‘pavé’, algo de lo que el Tour nunca debe prescindir siempre que pasa por la zona franco-belga. Segundo por la inclusión de una tercera cadena montañosa como los Vosgos, con etapas que pueden ser más decisivas de lo que parece. Y tercero por las jornadas cortas y nerviosas de los Pirineos. Que los Alpes hayan eludido algunos de los puertos tradicionales es algo absolutamente lógico con este panorama.
Así pues, hay muchos lugares donde se puede perder el Tour de Francia en las dos primeras semanas, pero si se cumple el guión previsto por Preud’homme, será en la tercera en la que se gane. Y eso es lo que realmente quieren los aficionados.