Con una temperatura excelente –aunque no está nada claro que al final no nos terminemos mojando el domingo- ya estamos en Gijón para vivir unos Campeonatos de España que se han preparado con todo cuidado y que ojalá se vean correspondidos por el éxito deportivo y la máxima difusión, algo que ya está en el buen camino con el regalo navideño de la presencia de Hermida y ‘Samu’. Un Nacional que será el momento culminante de la temporada y que, salvo un puñado de casos, será el punto y final también de la temporada invernal para casi todos.
Por ello, e independientemente de los resultados y las lecturas que podamos sacar de este Campeonato, es el momento de intentar responder a algunas de las preguntas que nos planteábamos en octubre –¿Hay motivos para ser optimistas con el ciclocross?– y cuyas respuestas difieren, incluso de manera radical, según las categorías.
En élite, por ejemplo, se ha visto mucha, demasiada, diferencia entre los dos ‘profesionales’ –Aitor y Larri- y el resto, a los que definía muy bien el campeón Bruno Prieto como aficionados entrenados. Los únicos que han podido estar a la altura de los dos gallos han sido los sub-23 Suárez y Orts. Pero el resto, han estado un peldaño por debajo, a pesar de que Ismael Esteban apostaba porque el Campeonato no va a ser cosa de dos, sin conocerse aún la presencia del catalán de Llivia y el asturiano de Güemes. Y es una pena porque cada vez estoy más ‘empapado’ de la idea de Jon Hernández, de que es más fácil hoy en día ser profesional del CX que de la carretera y que hay un buen puñado de ciclistas que podrían serlo, una vez que ven, a los veintipocos años –desgraciadamente- que el pelotón rutero no es para ellos… o que les toca buscarse las habichuelas en países en los que la experiencia vital es mucho más interesante que la ciclista. No nos olvidemos nunca de la exitosa reconversión de Hernández y Ruiz de Larrinaga hacia el barro, tras cerrarse su periplo en el asfalto. E incluso el bueno de ‘Samu’ demuestra que nunca es tarde… aunque lo ideal es hacerlo lo más pronto posible, sin dejarse encantar por unas falsas sirenas.
Pero no es en la máxima categoría en la que se ‘rompe’ una cadena que funciona relativamente bien en cadetes y júnior, o al menos en las comunidades con tradición ciclocrossista. Es en sub-23 donde se observa esa preocupante grieta. Es perfectamente comprensible que unos chavales en los años decisivos de su vida quieran jugarse el todo por el todo en su futuro en la carretera o el BTT. Pero es una pena que perdamos a los más prometedores: Jonathan Lastra, Pablo Rodríguez, Alex Aranburu, Diego Pablo Sevilla…
Pasando a los máster, es sin duda la revolución de los últimos años, como muestra que haya tantos corredores en la categoría de los treinta como la de los élite. Y que el número se vaya incrementando poco a poco también con los ‘mayores’. Un fenómeno que a algunos –con una corta visión, bien es cierto- les repugna, pero que debe valorarse en su justa medida, diferenciando este ciclismo de ocio con el de alta competición y desarrollo antes mencionado, pero que a la vez sirva como ‘locomotora’. Eso sí, que nadie piense que por su mayor ‘peso’, tengan que plantearse dejar de madrugar, como he oído no hace mucho.
Y dejo para el final a las chicas, exclusivamente por sus características diferenciadas. Este año ha sido el de las reivindicaciones, sobre las que no voy a entrar, aunque hay algunas muy justas y otras lógicas, pero alejadas de la realidad, sobre todo en algunas Comunidades. Eso sí, no comparto que la igualdad de trato –que se merecen plenamente, ojo- conduzca a una mayor participación; más bien pienso que tiene que ser al revés.
Sobre la categoría élite femenina. Simplemente decir que ha sido una de las más reñidas, si no la que más, y que es curioso que dos veteranas como Aida y Rocío aún puedan dar lo mejor, como demuestra el crecimiento de la primera en Copa del Mundo o el magnífico Europeo de la segunda. Tras ellas, algunas jóvenes multifacéticas como Alicia González y Rocío del Alba García que demuestran que la compatibilidad de disciplinas es posible en féminas… por lo que también debería serlo en hombres. Y detrás, un número que me gustaría que fuera aún mayor de chicas jóvenes, ilusionadas con el ciclocross y el ciclismo que ojalá vayan quemando etapas sin prisa pero sin pausa y no se queden por el camino.