Tengo un recuerdo agridulce del Mundial de ciclocross de Hoogerheide, en 2009. Entre otras cosas porque fue el último de esta disciplina en que estuve presente. Claro que entonces no podía imaginar el cúmulo de circunstancias que me han llevado a este ostracismo y que no viene al caso rememorar. Ni darle más vueltas.
El caso es que fue un Campeonato que no había comenzado nada mal… un año antes. En la presentación oficial del evento –durante el Mundial de Treviso 2008-, la organización nos entretuvo con una quiniela, en la que había que acertar seis preguntas relativas a la historia del ciclocross en Hoogerheide. Ninguno de los aproximadamente dos centenares de asistentes adivinamos todas, pero entre los que nos quedamos en cinco se realizó un sorteo… en el que este servidor, con ese ‘dorsal 137’ que aparece en la imagen, fue el afortunado: un bonito reloj que recibí de manos de Pat McQuaid y de Adrie Van der Poel –el hijo más ilustre de la villa neerlandesa y alma mater de aquel evento-, ambos sorprendidos de que un españolito se llevara el galardón. Ni que decir que mis compañeros –comenzando por el doctor Iñigo o el seleccionador Pla– lo atribuyeron a la suerte… Y algo de fortuna hubo, aunque también algo de conocimientos y mucho de intuición a la hora de responder.
Hoogerheide 2009 fue un mundial belga en muchos sentidos, a diferencia de Zeddan 2006, una población neerlandesa más norteña en la que no se notó tanto la invasión flamenca. Y es que, a pesar del intenso frío, miles de aficionados se dieron cita en esta pequeña población, casi limítrofe con Amberes. Recuerdo, aún con terror, la dificultad de desplazarme de un punto al otro del recorrido, especialmente al acabar la prueba, ya que atrapado entre un bosque humano de tallos de dos metros tardé más de media hora en llegar al box español, en el que Tino Zaballa estaba a punto de salir con su cuñado en coche hacia España para asistir al día siguiente al nacimiento programado de su hija Andrea. Cinco minutos más, y adiós a la entrevista. En aquella crónica acuñé una frase que no recordaba pero que me gustaría recuperar, por si alguna vez alguien la necesita: “Eres más inútil que una credencial de prensa en un Mundial de ciclocross”, algo asumible por buen número de los fotógrafos y redactores presentes en aquel evento.
El cántabro fue uno de los diez corredores españoles participantes en aquel Mundial, al que se acudió con cinco élites, en un momento en que había una gran competencia en esa máxima categoría: la clase de Hermida, la progresión de Larri, la adaptación de Murgoitio, la experiencia de Suárez y la combatividad de Tino. De aquella expedición, tan sólo el alavés –en un gran momento físico y mental, por cierto- estará presente en la selección mundialista cinco años después, lo que puede contribuir a esa tesis ‘negativista’ de que no hay continuidad entre categorías inferiores y la élite en el ciclocross.
El color neerlandés en aquel Mundial se vivió con los títulos junior y femenino -pruebas que este año se han juntado en el mismo día, rompiendo el tradicional programa mundialista-, de una Marianne Vos que comenzaba su hegemonía –desde entonces ha obtenido todos los ‘arco iris’ en juego-, aunque ya había sido la vencedora en Zeddam, tres años antes. Sin embargo, quedó el regusto amargo del fiasco de Lars Boom, gran favorito tras su espectacular victoria en Treviso… antes de decir triste y casi definitivamente adiós al barro.
En esta ocasión la fiesta naranja puede ser total si se cumplen los deseos de los anfitriones de ver en lo más alto del podio, junto a la Vos –sería una debacle que no ganase-, a un Lars Van der Haar que termine con la hegemonía belga, y, sobre todo, a un hijo de la tierra como Mathieu Van der Poel –aunque no haya nacido en Hoogerheide como Adrie, ni viva allí- que podría enganchar una serie de arco iris increíble: dos títulos mundiales juniors en ciclocross, uno más en carretera… y el más que probable sub23 el próximo sábado. Eso sí, espero que el resultado sea mejor que esta promoción para la que no encuentro, sinceramente, el calificativo más adecuado.
Uluru, el blog de Luis Román-Mendoza