Decía Andrés Canovas ayer que la grandeza de Alejandro Valverde se mide por la cantidad de seguidores y de ‘haters’ que tiene. Muy cierto, aunque afortunadamente creo que somos muchos más los que nos alegraríamos de verle el domingo en el podio de París que fuera del mismo.
No será fácil, sin embargo. El murciano supo aprovecharse de las circunstancias del presente Tour para colocarse muy pronto segundo, donde aguantó bien las situaciones de carrera… salvo ayer, día en el que los ataques de los franceses Thibaut Pinot y Jean-Christophe Péraud, le han sacado provisionalmente del podio, aunque la desventaja de 15 y 2 segundos, respectivamente, respecto a ellos hace que estemos hablando de ‘empate técnico’ a 24 horas de la decisiva crono.
Nunca he ocultado que prefiero al Valverde clasicómano, al ciclista que podría haber ganado –y aún puede ganar- buena parte de las mejores pruebas de un día del calendario mundial, incluyendo esa cita con el ‘arco iris’, que sería en realidad como me gustaría verle coronado, sobre todo este mes de septiembre en Ponferrada. Pero una vez que hizo la apuesta por este Tour 2014, siendo consciente de que era su última oportunidad de podio, hay que aplaudirle por su carrera regular, sin grandes alardes pero con bastante inteligencia –salvo algún momento puntual como el del Tourmalet ayer- y confiar en que mañana pueda recortar esas exiguas diferencias ante un Pinot que parece más fresco o un Péraud que como buen ‘biker’ suele destacar en las cronos. Es cierto Valverde viene de ganar nuestro Nacional en el mundialista recorrido, pero las referencias de entonces no sirven de mucho tras casi tres semanas de ‘grande bouclé’.
Pero sobre todo debemos recordar que en estos momentos no es una cuestión de cabeza, sino de corazón y de coj… Por si te vale, somos muchos los que estamos contigo. ¡Vamos Alejandro, vamos Bala!