Nos espera lustroso en un lado de la estación de tren. Discreto, apartado, pero visible. “Venid por aquí, que es mejor” nos indica. Paga un café y nos ponemos en marcha. Cruzamos la zona ancha de Toledo, orillamos la excepcional fachada renacentista del Hospital de Tavera. “Mirad la puerta de Bisagra” nos indica. Llegamos a su peña, la Peña de Federico Martín Bahamontes.
85 años le contemplan, vino a este mundo en 1928. Es una leyenda vida, un testimonio físico de ese ciclismo, de esa España que vio los años 40, 50 y 60. Años pobres, tristes, grises, cochambrosos. Luce una insignia del Barça en la solapa, se enjuta en corbata morada, matices de cuadros. Hemos venido para un trabajo que en unas semanas, esperemos, verá la luz, pero la experiencia de estar frente a un mito no tiene por qué esperar a ser contada.