Un día de amarillo: Mark Cavendish (X/X)

Cavendish, de amarillo / © ASO

El Tour de Francia suele ofrecer a los velocistas la posibilidad de hacerse con el Maillot Amarillo diseñando etapas que, en principio, no presentan mayores dificultades, por lo que los especialistas pueden dar una exhibición de puro músculo en la recta final. Así fue como conocieron el placer de enfundarse la camisola dorada velocistas de la talla de André Darrigade o Rudi Altig en los 50 y 60, o más recientemente Mario Cipollini, Thor Hushovd y Marcel Kittel. Ahora bien, Mark Cavendish, con 26 victorias de etapa en su haber al comienzo del Tour de 2016, sentía que la tela amarilla se le escurría siempre entre los dedos. Pese a que ya se había enfundado los maillots de líder del Giro y de la Vuelta, el maillot arcoíris tras vencer en los Mundiales de 2011, el maillot verde del Tour ese mismo año e incluso el maillot de campeón de Gran Bretaña, en su galería de trofeos faltaba la camisola más prestigiosa de todas. Y en ocasiones la había perdido en el último momento en condiciones dolorosas, sobre todo durante la llegada «a domicilio» en Harrogate en la apertura del Tour de 2014.

Dos años más tarde, se le presentaba una nueva ocasión, pero, por aquel entonces, la mayoría de los observadores opinaban que a Cavendish se le había pasado el arroz y que corredores como Kittel, Sagan, Kristoff, Greipel y Mathews habían tomado el relevo. Sin embargo, en un marco incomparable como las playas del día D, en concreto en Utah Beach, el «misil» volvió a salir a flote y acabó sacando dos bicis de distancia a Marcel Kittel. Se trataba de su 27ª victoria de etapa, la primera con los colores de Dimension Data. En la edición de L’Equipe del día siguiente, Philippe Bouvet comentaba lo siguiente: «El velocista de la Isla de Man ha cumplido un sueño de infancia y se venga a lo grande de su destino personal después de meter la pata hace dos años en Harrogate, también entonces con el Maillot Amarillo en juego, delante de la familia real».

Tras una espera que parecía interminable, Cavendish se enfundó por fin el Maillot Amarillo en su décima participación en el Tour. En esa clasificación de la paciencia bien recompensada, el plusmarquista absoluto sigue siendo Henk Lubberding, que tuvo que esperar a su 12º Tour para vestirse de amarillo (1988), mientras que Alberto Elli obtuvo ese merecimiento en 2000 en su 11a participación y Sylvain Chavanel tuvo que esperar como Cavendish a su 10o Tour (2010). Al día siguiente, otro coleccionista de maillots con más prisa todavía le arrebataría la camisola al velocista británico: Peter Sagan descubría las sensaciones que produce vestirse de amarillo gracias a su victoria en Cherburgo.

© ASO

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