El dinero árabe gusta de lo occidental. Hace poco hablábamos de la “arabización” del ciclismo en lo que no deja de ser un paso lógico y coherente con el camino emprendido hace un tiempo. Si como decimos al capital árabe les atraen los símbolos occidentales, la normalización de la bicicleta por estas latitudes, y por ende del ciclismo, convierte esta máquina y deporte en objeto de deseo para los mentores de aquellos países. Igual que fútbol y tenis, por poner dos ejemplos plausibles, forman parte de ese circo, el ciclismo sigue y sigue colonizando lugares y sedes a golpe de panorámicas y pedales: Omán, Qatar,…
No cabe duda del valor iconográfico de este deporte que sobrepasa los límites de un estadio y se adentra en el lugar que lo sustenta. En breve va a comenzar una nueva carrera por la zona. Es el Dubai Tour. Dubai, uno de los seis emiratos, lugar de inversiones y caladero de nuevos ricos. Atmósfera irreal, una fila de “Benidorms” hilada en línea de costa. Agujas que desafían pinchar el cielo y contradecir la gravedad. El paraíso del cemento con un tercio de las grúas mundiales funcionando en su elevación.
Artículo de y en Joan Seguidor