Estos días Abarca, la empresa que gestiona el dinero que Movistar invierte en ciclismo, ha editado un libro que como bien dijo Jorge Quintana es como un retorno a la infancia, pues ninguno de los que esté rozando la cuarentena olvida que sus primeros recuerdos en ciclismo llevaban el maillot de Reynolds.
El libro en sí es una excelente pieza para ver el caudal de talento que ha manejado ese dúo navarro, historia viva de nuestro ciclismo, formado por José Miguel Echávarri y Eusebio Unzué. La portada es sintomática pues incluye los seis grandes nombres que, a juicio de los autores, merecían tal honor. En escrupuloso orden cronológico salen: Angel Arroyo, Pedro Delgado, Miguel Indurain, José María Jiménez, Alejandro Valverde y Nairo Quintana. Como digo sintomático, pues se omiten dos ciclistas que han dado mejores resultados que por ejemplo el Chava, hablo de Abraham Olano (Vuelta y Mundial contrarreloj) y Alex Zulle (segundo en un Tour de Francia). Suizo y donostiarra estuvieron menos en las huestes, pero sus logros merecían reflejo. Incluso, si me apuran, falta hasta Oscar Pereiro.
Sea como fuere, y como dije, el libro es bueno para valorar el material humano que ha pasado por este equipo que entre Reynolds y Movistar va camino de los treinta y cinco años. En 1983 un grupo de osados ciclistas y técnicos se fueron a Francia contra toda recomendación a devolver al ciclismo español a donde debía, a un lugar que no pisaba desde el ocaso de Luis Ocaña. Les salió bien. Arrancó entonces una bella historia.
Con este preámbulo, con todo lo leído y todos los años que llevamos metidos en este bendito circo, hay cosas que a veces no nos explicamos. Obviamente hablamos del Tour recién finalizado y del único equipo español en liza, sí me refiero al Movistar y a sus gestores.
En la tarde de resaca parisina, pasando revista a lo acontecido, Alejandro Valverde se quejaba de las continuas críticas que recibía de todos los sectores y sobretodo de cierto rincón de la prensa. Hace dos días dijimos esto del murciano, y aunque nos llamaron oportunistas, adujimos que siempre hemos pensado lo mismo -ojo que el post tiene casi tres años- y que más allá de lamentar aquello que Valverde ha dejado de ganar por su empeño en el Tour, lo que sí nos resultaba triste era su continua apuesta por una carrera que le quedó grande siempre, como bien tenemos los datos que lo atestiguan.