Pues se consumó el giro de acontecimientos: Valverde va al Tour, vuelve al Tour que dijo que no correría, a acabarlo, a defender su maillot amarillo, si lo vistiera, o el de un compañero.
Eso es en resumidas cuentas lo que Eusebio ha dicho que hará el capo murciano en Francia, en otra de esas operaciones que tan bien maquinan en «chez Unzue», un «donde dije digo…» en toda regla que, por suerte, pocos ya se creen.
Ojo, no es criticable que Valverde vuelva al Tour, es más, en ese equipo tiene nivel suficiente para pasar el corte de los ocho que viajan a Brest.
Lo gracioso es la de vueltas que tiene que dar para acabar donde todos sabemos que van a acabar.
¿A qué va Valverde al Tour en año olímpico?
Pues el jeje lo ha dicho claro: «Con idea de acabarlo».
No hay más, y si el ciclista queda tocado para la cita olímpica, vacío o sin hambre, que el seleccionador hilvane otro plan para Tokio.
Qué poco queda de ese corredor hastiado y cansando de competir en Francia, que el año pasado dijo que por ahí ya no le volvían a ver, de esa intención primera de competir por el oro olímpico, sobre todas las cosas, a no ser que París, con 44 castañas entrara en sus planes.
Pues no nos ha dado para escribir la cantinela de Valverde en el Tour
Otra cosa es cómo le resulte.
La estadística que en otras cosas no le llama, no sé, en la intención de disputar más monumentos, le pone cuando habla de top tens en el Tour.
Por que Valverde va a eso, vuelve a eso a Francia, e incluso, si se alinean los astros, a algo más.
Imaginaros que el desarrollo, como el de otras carreras que encumbran a quien nadie espera la gente, pone a Valverde en situación de defender algo potable en lo personal.
Entonces ya lo han visto en Tokio.
Como dijo Mínguez «éste no sabe levantar el pie».
Seguir leyendo en JOANSEGUIDOR.COM