Nicolás Van Looy / Ciclo21 – Enviado especial Denia
Max Sciandri, director deportivo del BMC-Tag Heuer se muestra optimista cuando se le pregunta sobre el estado de Greg Van Avermaet (Lokeren, Bélgica, 17 de mayo de 1985), orgulloso campeón olímpico. “Está bien. Esta semana ha rodado sesiones de cuatro horas y no tiene dolor, pero sigue necesitando una muleta para caminar”, dice el italiano. “Creo, incluso, que esto le ha podido venir bien. Él siempre va a fondo, pero ahora ha tenido que levantar el pie y creo que le va a beneficiar”, concluye. Y, claro, con esto se refiere a la fractura de peroné que sufrió a principios del pasado mes de noviembre que le ha mantenido al belga en el dique seco durante apenas dos semanas.
Si el transalpino es excesivamente optimista o no, sólo el tiempo lo dirá, pero pese a su más que evidente cojera y la muleta, Van Avermaet va de aquí para allá, bromea con sus compañeros, posa para las cámaras y charla, tranquilo, con los periodistas antes de la cortísima sesión de bicicleta de hoy. Luego, ya con la ropa de paisano y un llamativo smartwatch cortesía del nuevo patrocinador de la escuadra, se sienta, perenne la sonrisa, frente a los periodistas. “Hay que llevarlo”, dice sobre su nuevo reloj impostando la voz como si ese juguete fuese un castigo. Y se ríe. “Te lo vendo”. Y se sigue riendo. Y así, toda la tarde. Van Avermaet está de buen humor pese a la cojera y la muleta y eso, sumado al optimismo de Sciandri, es la mejor señal.
Van Avermaet fue campeón olímpico, sí; pero también ganó una etapa en el Tour de Francia y antes de todo aquello, comenzó la temporada metiendo miedo a sus rivales en el Circuito Het Nieuwsblad y dominando con autoridad en la Tirreno-Adriático… pero todo se fue al traste justo en el momento en el momento más cruel. “Me jodió muchísimo”, reconocía Samuel Sánchez sobre esa caída de Van Avermaet en su Vuelta a Flandes. “Le llamé y le dije que no se preocupara, porque seguro que algo bueno tenía que salir de todo eso”, sentenciaba el asturiano. Y el belga, como si supiese de la confidencia que poco antes había hecho su compañero español, reconoce que “2016 ha sido, sencillamente, mi mejor temporada como ciclista profesional. Sí, es verdad que tuve aquella caída, pero aparte de eso, todo fue bien. Me perdí mis carreras favoritas como son Flandes, Roubaix y Amstel, pero creo que una etapa en el Tour, Tirreno, Het Nieuwsblad, los Juegos Olímpicos… hace que haya más puntos buenos que malos en el año. Estoy muy contento con mi temporada y, especialmente, con mi triunfo en Río y por el hecho de haber sido consistente durante toda la temporada. Por fin, puedo decir que estoy donde quería estar. He tenido que luchar muchos años por conseguirlo, pero ahora tengo 31 años y estoy en lo más alto del ciclismo mundial”.
Ahora que ha conseguido alcanzar la cima del ciclismo mundial, Van Avermaet mira hacia atrás y piensa que “si tuviera que definir el momento en el que se produjo ese click en mi cabeza diría que fue la etapa que gané en Rodez en el Tour de Francia de 2015 por delante de Peter [Sagan]. Fue un gran triunfo, sí, pero también hizo que algo cambiara en mi cabeza y me diera más confianza. Esa temporada ya fue un año muy bueno. Quizás, para la gente, no fue tan grande, pero para mí sí lo fue. Siempre estuve ahí y conseguí buenos triunfos que luego, en 2016, me dieron ese toque extra”.
«Pese a la lesión, llegaré a tiempo a las clásicas»
Como ya hemos dicho, Van Avermaet sonríe casi constantemente y es optimista respecto a su recuperación aunque reconoce que “estoy un poco por detrás de lo que suelo estar por estas fechas, pero ha sido una temporada muy intensa y quizás no haya sido el peor momento para sufrir esta lesión. Llevo una semana andando en bicicleta y sólo tengo que tener cuidado de no hacer demasiado porque me rompí la pierna y podría ser algo arriesgado apretar ahora. Lo importante es que me siento bien y con salud. Creo que estoy preparado para hacer un poco más de lo que estoy haciendo, pero prefiero seguir el plan y seguro que estaré bien en las clásicas de adoquines”.
Pese a ello, reconoce que las sensaciones en esta primera concentración en Denia están siendo un tanto extrañas ya que “yo siempre soy el tipo que intenta liderar estos entrenamientos, hacerlo un poco más duro, pero ahora soy el primero en descolgarse y el que primero necesita volver al hotel. Veremos si lo que dice Max [Sciandri] es así. Si cuando lleguen las primeras carreras también lo hacen los buenos resultados, quizás esta sea una buena lección para el futuro”. Un futuro que comienza más relajado que nunca ya que tras una campaña tan buena “por fin, no tengo nada que demostrar a nadie. Estoy mucho más relajado y concentrado que otros años y es una sensación muy agradable”.
Pese a que este año ha completado su mejor temporada, lo que le ha llevado a ser nombrado el mejor deportista de su país, Van Avermaet asegura que sigue manteniendo los pies en el suelo y que “para mí ha sido sencillo porque cuando llegué aquí yo ya era un buen corredor, pero he ido creciendo cada año un poco más. Creo que si tienes 24 años y de repente lo ganas todo, como le ocurrió a Tom Boonen, puedes volverte un poco loco. En mi caso ha sido distinto. Cada año hay más personas en esta habitación y eso está muy bien. Como he dicho antes, por fin estoy donde quería estar y tengo mucha confianza y ganas de poder demostrar que todavía hay más dentro de mí de lo que he mostrado hasta ahora”.
«Lo he pensado, pero no me iré de Bélgica»
Pese a que se encuentra en un momento muy dulce de su vida deportiva y personal, Van Avermaet reconoce que la cota de fama que ha alcanzado en su país hace que todo sea “un poco más difícil. En ocasiones, es molesto. Bélgica es un país volcado con el ciclismo y eso está muy bien, pero cuando sales con tu familia a un restaurante y todo el mundo se te acerca y quiere hablar contigo… Ya era popular antes, pero eso creció tras mi triunfo en Río. En cualquier caso, es algo que está incluido en el sueldo. No voy a dejar de vivir en Bélgica. Me encanta mi país. Si estoy vestido de ciclista estaré encantado de firmar autógrafos y de hacerme fotos, pero la gente tiene que entender que hay veces que en sitios privados es más complicado”. Pese a que muchos de sus compatriotas han buscado la tranquilidad estableciendo su residencia lejos de Bélgica y, especialmente, en Mónaco, Van Avermaet, que reconoce que “alguna vez he pensado en ello, es verdad”, asegura que “yo tengo 31 años y tengo mi casa en Bélgica. Ir a Mónaco se hace también por la cuestión de los impuestos. El dinero es importante para todos, pero yo quiero seguir pagando mis impuestos en mi país y ayudar a la gente allí”.
En cuanto a esta temporada, Flandes y Roubaix volverán a ser sus grandes objetivos, pero la marcha de Philippe Gilbert abre nuevas puertas al campeón olímpico. “Somos el mismo tipo de corredor”, asegura Van Avermaet y aunque nunca hubo problemas entre ellos “porque cuando yo llegué, él ya estaba aquí y tenía sus carreras” donde ser el jefe de filas, reconoce que “voy a poder correr una carrera que me gusta mucho como es la Amstel Gold Race pensando en mí”.
«No cambiaría mi título olímpico por nada»
“¡No! No, no, no, no, no… ¡No cambiaría el triunfo en Río por una victoria en la Vuelta a Flandes!” Así de categórico se muestra Van Avermaet sobre su título olímpico ya que “una vez que eres campeón olímpico te das cuenta de lo importante que es. Creo que el ciclismo también se está dando cuenta de eso. Es el evento deportivo más grande del mundo. Cada atleta de cada disciplina deportiva acude a los Juegos para intentar reivindicarse y ganar algo. No cambiaría este título olímpico por nada. No hay nada tan grande”.
Van Avermaet recuerda que “mi padre fue olímpico en Moscú y siempre me hablaba muy orgulloso de aquello y me enseñaba una medalla que daban entonces sólo por participar. Siempre estaba [pone voz de burla] hey, yo fui a los Juegos. Y cuando fui a Londres pensé ¿es esto lo que quiero que la gente vea que soy capaz de hacer? Veía a otros atletas prepararse cuatro años únicamente para los Juegos, pero nosotros fuimos a Londres porque había una carrera allí y la semana siguiente sencillamente fuimos al Eneco Tour porque tocaba ir allí. Desde entonces, siempre tuve el pensamiento de que si volvía algún día a los Juegos lo haría preparándolos al cien por cien. Quería saber qué es lo que realmente era capaz de hacer”.
Pero si Van Avermaet pensaba que su triunfo iba a callar a su padre y podía olvidarse del tema de los Juegos Olímpicos, no contaba con la presencia en el equipo de Samuel Sánchez. “Samu está completamente loco con el tema de los Juegos”, dice entre carcajadas. “¡Me lo menciona todos los días! Cuando gané, llegó y me dijo tengo calcetines olímpicos para ti y ahora cada vez que me ve me pregunta dónde me voy a hacer el tatuaje olímpico. Está empeñado en que me lo haga. Yo le digo que no me lo voy a hacer, pero él sigue insistiendo. ¡Está loco con eso y es algo que me encanta! Es pura pasión por ese título. ¿Si conseguirá convencerme de que me haga el tatuaje? No. No soy el tipo de persona que se hace tatuajes”.
No sacrificaría su título olímpico por ella, pero para 2017 “la Vuelta a Flandes es la carrera que más deseo. Es el día más importante para cualquier ciclista belga. Lo digo todos los años y nunca lo consigo [ríe], pero realmente quiero conseguirlo este año”.
Aunque todavía queda mucho hasta que llegue ese momento, Van Avermaet reconoce que “el mundial de este año me gusta y creo que me puede venir bien con subidas cortas y, seguramente, con lluvia. Uno de mis objetivos para el año que viene será ser campeón del mundo”.