Decir que el Tour de Francia es la carrera más importante del calendario ciclista internacional es una perogrullada de tal calibre que suena casi absurda. Decir esta verdad absoluta sobre el Giro Rosa, la versión femenina de la ronda transalpina, sería, seguramente, algo más discutible, pero sí es cierto que tras la desaparición de la Grande Boucle y el Tour de l’Aude parece haberse quedado sola como la gran referencia del calendario vueltómano femenino. Por ello, es muy sorprendente el anuncio de Anna van der Breggen de su renuncia a defender el dorsal número 1 en la próxima edición de la carrera, que comenzará el día 6 de julio, sólo un día antes de que lo haga el Tour de Francia.
La neerlandesa, presente en todos los podios de la carrera desde 2014 y ganadora de la prueba transalpina en 2015 y 2017 (y tercera en 2014 y 2016) ha preferido variar su calendario para, tal y como ella misma explica, “llegar fresca al Mundial de Innsbruck, donde hay un recorrido que me viene bien”.
Para ella, en su situación actual, “correr el Giro sólo puede levantar dudas sobre el estado de forma con el que puedo llegar a Innsbruck” y, además, no parece que la participación en el Giro Rosa tuviese mucho aliciente para ella ya que “he ganado esta carrera dos veces y no iba a venir este año como jefa de filas del equipo en ningún caso”.