El anunciado endurecimiento de las medidas sanitarias por parte del Gobierno de Japón, que ha marcado ahora una cuarentena de 14 días para todos los atletas que deseen tomar parte en los Juegos Olímpicos de Tokio del próximo verano, podría tener un gran impacto en el pelotón internacional.
El Tour de Francia y el Giro Donne aparecen como las dos grandes citas cuyo doblete con los Juegos resulta imposible a consecuencia de esta decisión. Las próximas semanas y meses, salvo que prosperen las negociaciones que ya han comenzado distintos comités olímpicos nacionales para encontrar una solución, serán muy interesantes a la hora de conocer qué harán las principales figuras con opciones en los dos frentes.
Una de esas figuras es, sin duda alguna, Mathieu van der Poel (Alpecin-Fenix), cuyo equipo tiene asegurada su plaza en todas las carreras World Tour que desee tras haber terminado 2020 como el primer conjunto clasificado en la categoría PCT (Pro Team en 2021). Sin embargo, el multidisciplinar corredor neerlandés podría dejar pasar su oportunidad de debutar en la Grande Boucle para poder estar en Tokio.
El actual campeón del mundo de ciclocross, especialidad en la que cierra 2020 con un total de 136 triunfos como profesional, tiene previsto acudir a los JJOO para disputar el oro en Mountain Bike, otra de las modalidades en las que se ha mostrado a un altísimo nivel competitivo. La competición tokiota comenzaría para él el día 26 de julio, ocho días después de que el Tour llegue a París y, por lo tanto, siete días antes de que, contando con el día que perderá en el viaje, el neerlandés pueda cumplir esa cuarentena de 14 días.
En cualquier caso, Van der Poel lo tiene claro y asegura que “si tengo que elegir con el corazón, iré a los Juegos Olímpicos”. Pero, para bien o para mal, la decisión en estos casos no depende únicamente del deportista. No hay que olvidar que los Juegos Olímpicos se disputan por selecciones nacionales y que, por lo tanto, la ausencia de un corredor en el Tour tendría dos graves consecuencias para su equipo comercial: la ausencia total de rendimiento publicitario en Tokio incluso en el caso de que su hombre se hiciera con un oro y, sobre todo, el lucro cesante que supone no contar con un trabajador en plantilla en el evento ciclista más importante del año y que, tal y como se explicó este mismo 2020, supone más del 60% de la exposición publicitaria de los patrocinadores.
Por ello, pese a que su opción personal sea ir a Tokio, Van der Poel añade que “todavía no lo he hablado con el equipo”. En relación a lo expuesto, el caso de Van der Poel puede ser muy particular ya que, además de ser una de las grandes sensaciones del ciclismo en la actualidad –lo que lo convierte, además, en una pieza apetecible para la propia organización del Tour en su carrera–, es el gran hombre anuncio de Alpecin-Fenix, dos marcas que se han dejado grandes cantidades de dinero en su apuesta por hacerle un hueco a Van der Poel en el Tour, por lo que parece poco probable que, una vez conseguido ese suculento objetivo, vayan a permitir que su mirlo blanco vaya a Tokio dejándoles sin el reclamo que justificaría toda esa inversión.
Como en todas las circunstancias en las que se producen intereses encontrados, Van der Poel trata de arrimar el ascua a su propia sardina y tira de algunos tópicos que los contables de Alpecin y Fenix seguramente no entren ni a valorar. “Llevo muchos años trabajando en el objetivo de los Juegos Olímpicos, además, los Juegos se celebran cada cuatro años y el Tour, todos los años. Es un equilibrio complicado, aunque para mí la decisión resulta muy sencilla”.
Todo eso tendría cierta lógica si Alpecin-Fenix fuese un equipo World Tour y, por lo tanto, tuviese asegurada la presencia en el Tour cada temporada. Pero eso no es así y aunque el Tour se celebre “todos los años”, como dice Van der Poel, nada ni nadie puede asegurar que en 2022 el conjunto belga vaya a tener la oportunidad de volver a estar en el Tour sin tener que optar a una invitación que, tal y como están las cosas, cada año se pone más cara debido a los muchos condicionantes y compromisos que rodean esas decisiones.
“Ser campeón olímpico es un título muy especial”, sigue justificando el corredor que sabe que su pelea en el Tour no pasa, ni mucho menos, por pelear por la general sino por buscar triunfos parciales. Es lícito y lógico que el deportista piense en sus propios intereses y en su legado histórico dentro del deporte, pero también es coherente pensar que su equipo, que no cuenta con ningún otro jefe de filas posible para la carrera, no quiera dejar pasar la oportunidad de visibilidad que la presencia del número cuatro del mundo en el Tour.
Si la situación se mantiene y, efectivamente, todo esto termina con una cuarentena obligatoria de 14 días y, llegado el caso, si Van der Poel y su equipo toman la muy poco probable decisión de apostar por los JJOO en detrimento del Tour, habrá dos grandes beneficiados. Primero, el Giro y/o la Vuelta, que serían, con casi toda seguridad, el escenario del debut de Van der Poel en una prueba de tres semanas. En ese sentido, la Vuelta a España sería, a simple vista, la opción más lógica para el neerlandés ya que el Giro llega tras haber acumulado su campaña de ciclocross y las clásicas y en el momento en el que tendría que comenzar su preparación específica para Tokio, mientras que la Vuelta se sitúa en un momento ideal para él del calendario, pudiendo incluso servirle de preparación para el Mundial que este año se disputará en un terreno ideal para él: Flandes.
Por otro lado, saldrían muy beneficiadas un buen puñado de carreras de BTT que contarían, de forma inesperada, con la presencia del mediático corredor neerlandés que, en ese sentido, sí ha adelantado que, en caso de renunciar al Tour, “puede sonar crudo, pero esta decisión me podría incluso beneficiar porque así podría prepararme de forma específica disputando parte del calendario de BTT. Durante el último año me he dado cuenta de que echo de menos el BTT”.