Si algo tiene de especial este Dauphiné a diferencia de otros anteriores es que para mucha gente –fuera pero también dentro de carrera- es el verdadero prólogo del Tour, un banco de pruebas de lo que va a ser dentro de poco más de veinte días la ‘grande bouclé’.
Cada detalle se magnifica en un mundo sobre el estado de forma –físico o también psicológico- de Alberto Contador o de Chris Froome. O de sus entornos. Opiniones y contra opiniones para todos los gustos, de todos los colores. Sinceras y ecuánimes, pero también matizadas por alguna proximidad emocional. Convencidos de que mucho de lo que pueda suceder aquí tendrá su influencia en el Tour.
Hasta el momento me he mantenido al margen de todo ello y la única certeza de los días anteriores es algo que ya se conocía, la evidente superioridad del británico contrarreloj, aunque se trataba de más de un prólogo que de una verdadera crono. Pero hoy, ese ataque del madrileño bajando Laffrey –por cierto, el puerto en el que Ocaña reventó el Tour de 1971- ha puesto a las claras lo que decía Nibali por la mañana en AS: “Contador tiene una gran inventiva”. Y unos coj…, añado yo. Y va a tener que aumentarlo todo en la ronda gala para sorprender a Froome, que a su favor tiene un bloque más fuerte, entre o no Wiggo, una vez que pensamos que ya ha recuperado a Porte. Claro, que el año pasado también lo parecía y…
Eso sí, lo que no puedo estar de acuerdo es que se intenten sacar vencedores y vencidos de cada una de estas batallas previas, ya que esto no es el Tour y en la carrera gala entrarán en juego otros muchos factores en los 23 días de carrera… y en esta semana del Delfinado, ya que los esfuerzos -eso si- se terminan acumulando.