Movistar, sin Landa, obligado a brillar en la Vuelta

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Después de que el pasado año el intento de doblete Giro-Tour acabara con las fuerzas –y pusiera a prueba la relación con Eusebio Unzue– de Nairo Quintana y una mancha de aceite en el mojado asfalto de Düsseldorf dejara en el dique seco a Alejandro Valverde para el resto de la temporada, Movistar acudió a la Vuelta a España con un equipo de circunstancias que, pese a contar con algunas de las más prometedoras figuras del ciclismo español, no pudo más que defender el pabellón telefónico de la mejor manera posible en una carrera que se saldó con más pena que gloria y que, por fortuna para los intereses de la estructura navarra, quedó bastante eclipsada por la multitudinaria gira de despedida de Alberto Contador, cuyo último baño de masas quitó buena parte del foco que, de otra manera, habría supuesto la clara ausencia de plan B en la única escuadra World Tour española.

Doce meses después, las cosas no están, ni mucho menos, tan mal. Es cierto que a última hora Movistar ha tenido que prescindir de Mikel Landa, convaleciente todavía de sus lesiones, pero podrá contar con la participación de sus otros dos grandes puntales: Alejandro Valverde y, sobre todo, Nairo Quintana. El colombiano, que sabe que necesita repetir una buena actuación en una gran vuelta si quiere seguir manteniendo su vitola de gran favorito a todo, será el jefe de filas de una escuadra en la que el papel del murciano preocupa, y mucho, a los aficionados españoles sabedores de que, ausente Landa –y habida cuenta de su incontinencia pedalística–, verse como el gran referente nacional del equipo español más potente en la carrera más importante, puede dinamitar por completo las opciones de Valverde de cara a Innsbruck, esa cita que muchos ven como posible y que todos ven como la última gran oportunidad del Bala para saldar la gran cuenta pendiente que tiene con el ciclismo: ser campeón del mundo. Sea como fuere, los dos serán el puntal de un equipo que ha anunciado su ocho de cara a la Vuelta en la que estarán acompañados por Andrey Amador, Winner Anacona, Daniele Bennati, Richard Carapaz, Imanol Erviti y Nelson Oliveira.

Pero ni Movistar, ni sus dos líderes –ni, por supuesto, el lesionado Landa– deciden las circunstancias que marcan una carrera que, a final de temporada, siempre está muy marcada por lo sucedido en los ocho meses previos. Alguien dijo alguna vez que a la Vuelta venían a examinarse los que no habían aprobado durante el curso. También se dijo, durante algunos años, que a la Vuelta venían a entrenar con dorsal los mejores mundialistas. Otros defendieron que la Vuelta era el lugar donde salvaban la temporada los tullidos y heridos de batallas anteriores. Todo eso, quizás, pueda ser cierto en parte, pero no lo es menos que un rápido repaso a los últimos ganadores (con las respetuosas excepciones de Cobo y Horner) no permiten menospreciar, en absoluto, el poder de atracción de la carrera.

Por ello, el ocho hecho público hoy por Movistar no puede tener otro objetivo, tras el fiasco del Tour, que el rojo final en Madrid. Quintana salvó, en cierta medida, la honra telefónica al llevarse la 17ª etapa en la Grande Boucle, pero para un equipo que presumió durante años de ser el mejor del mundo y que viajaba a Francia con tres líderes y asegurando tenerlo todo muy medido, el séptimo puesto de Landa en la general final a más de 7 minutos del ganador –y cinco del podio– no puede ser consuelo suficiente.

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