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Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21
A día de hoy, y sobre todo para los más noveles, la posibilidad de que la Vuelta Ciclista a España no se dispute por carencia de medios sería poco menos que ciencia-ficción. Sin embargo, esta circunstancia no ha sido extraña, en modo alguno, a las vicisitudes de la ronda española que ha conocido momentos de extrema dureza y agónicos instantes en los que ha estado abocada a una más que inminente desaparición (y hablamos, obviamente, de coyunturas distintas a la suspensiones derivadas de los siempre infaustos conflictos bélicos).
Quizá muchos, y salvando los años en los que, debido al Xacobeo (1993 y 2014), la Vuelta ha concluido en Santiago de Compostela, entiendan que la capital del Reino siempre se ha reservado el privilegio de ver la última etapa de la carrera (yerran, como bien veremos ahora, puesto que localidades como Bilbao, San Sebastián, Miranda de Ebro, Salamanca y Jerez de la Frontera, nuestra protagonista de la pieza de hoy, han contado con tal placer).
Salvando los peregrinajes de la Vuelta a Santiago, ya expuestos, la última ocasión en la que prueba no concluyó en Madrid fue en el año 1986, en una edición que partía desde Palma de Mallorca y que contó, como triunfador final, con el gallego de Puenteareas, Álvaro Pino (que militaba en el Zor-BH).
Hagamos un pequeño paréntesis. La relación de Jerez de la Frontera con la Vuelta no se ha limitado al de ser final de la misma sino que, en el año 1979, y cuando el Correo Español – El Pueblo Vasco tomaron la decisión de abandonar el patrocinio de la Vuelta, Jerez, en colaboración con Unipublic y Lois, se erigió en abanderada (y sostén) de la misma, acogiendo su salida (en una contrarreloj que venció el holandés Joop Zoetemelk).
Jerez, por su parte, volvería a ser inicio de la Vuelta en los años 1984 (vencida por el francés del Skil, Eric Caritoux), 1992 (que inició el dominio durante tres años del suizo Tony Rominger) y la del año pasado, 2014, en la que Alberto Contador se hizo con la Roja.
En 1986, la ronda española cumplía su cuadragésimo primer aniversario y en la salida de Palma se presentaban como grandes favoritos el francés Laurent Fignon y el irlandés Sean Kelly, que venía haciendo una campaña excepcional. La terna de primeros espadas se completaba con la dupla del Orbea, Peio Ruiz Cabestany y Marino Lejarreta, el alemán Raimund Dietzen, el colombiano Fabio Parra, el escocés Robert Millar, el francés Charly Mottet y el siempre arropado por la afición Pedro Delgado.
La edición contaba con una representación más exacerbada de extranjeros (102) y una minoría española (68 ciclistas) que, sin embargo, estaba dispuesta a alegrar la carrera con su combatividad y empeño en el prólogo y las veintiuna etapas programadas.
El primer líder, en una especialidad que siempre le fue agradecida, fue el francés Thierry Marie, que perdería su plaza al día siguiente, también en Palma de Mallorca, a manos de su compatriota Marc Gómez, que venció la etapa, merced a una escapada larguísima. Gómez mantendría el maillot amarillo hasta la quinta jornada, la planteada entre Haro y Santander, que venció Blanco Villar, del Teka, y que le sirvió para cosechar el liderato (no obstante, aquella fecha se recordará siempre por la valentía de Sean Kelly, que lanzó un demarraje antológico en el bajada del Portillo de la Sía, y que dejó a la mayor parte de los favoritos en fuera de juego).
En la siguiente jornada, se reglaba el ascenso a los Lagos de Covadonga y la carrera se vio revuelta por la victoria del escocés Robert Millar, que completó una magnífica ascensión y arrebató la primera plaza a Blanco Villar. Solo Raymund Dietzen, Pedro Delgado y Álvaro Pino pudieron minimizar las pérdidas ante la magistral demostración de fuerza de Millar, que quería sacarse la espina de la Vuelta perdida el año anterior ante Delgado en la sierra segoviana. El gallego sufrió un pinchazo que eliminó sus opciones para alcanzar el amarillo.
Tras una etapa de transición con final en Oviedo y victoria del belga Eddy Planckaert, Lejarreta se impuso en la cronoescalada al Naranco. El líder sufrió un calvario extremo pero mantuvo su privilegiada posición ante un Pino que se sacó de las piernas una prestación magnífica.
La dureza no acababa ahí. Al día siguiente, se llegaba a la estación invernal del Alto de San Isidro y Charly Mottet se alzó con la victoria, tras aguantar una escapada con compañeros de lujo como Laguía, Gastón y Belda. Millar continuaba líder con 8 segundos sobre Pino y 25 sobre Dietzen. Fignon a más de cinco minutos y Kelly superando los tres minutos parecían decir adiós a sus opciones de ganar la prueba.
Pero la carrera no cejó en su batalla. En la etapa que llegaba a Palencia, Kelly se adelantó a un reducido grupo en el que caminaban todos los favoritos a excepción de Raymund Dietzen y Fabio Parra, que se dejaron 3 minutos y cincuenta segundos en meta.
Sin embargo, el destino de la Vuelta se marcó en la crono de Valladolid. En los 29,6 kilómetros de esfuerzo individual, se impuso el francés Charly Mottet, pero Álvaro Pino apuntaló sus opciones de candidatura al triunfo final, situándose sexto en la etapa y arrebatando el maillot amarillo con una renta, en la general, de 33 segundos sobre Millar y 1.52 sobre Perico. Lejarreta ya perdía 2.20 y Kelly 3 minutos y 33 segundos (no era la primera ocasión en la que Pino lucía el maillot amarillo de la Vuelta, ya que en 1983 lo había lucido en una sola etapa).
Decepcionó la siguiente fecha, que concluía en Palazuelos de Eresma (en la sede de las Destilerías DYC), porque en los cuatro puertos hubo escasa batalla entre los favoritos. El sprint del grupo de avanzadilla se dirimió en favor de Dietzen, sin que hubiera consecuencias para la general. Y la tónica varió en el siguiente trayecto, un menú duro, con cinco puertos (que incluía el ascenso del puerto de primera categoría de Abantos), y que se solucionó con una victoria de Kelly, en una jornada durísima y con muchos ataques pero que no implicó cambios en la general.
Los favoritos respiraron hasta la llegada a Sierra Nevada, donde el español Felipe Yáñez (del equipo Zahor) venció en una escapada de siete hombres, siendo el único que coronó la exigente subida andaluza. La ascensión se caracterizó por los continuos ataques de Millar al líder Pino, al que llegó a distanciar en 50 segundos, pero que se vieron reducidos gracias a un denodado trabajo de Anselmo Fuerte, hasta que el gallego se decidió a responsabilizarse de la caza del escocés, lo que consiguió a dos kilómetros del alto. El día fue la tumba de las aspiraciones de Delgado (que se dejó más de diez minutos) y de Lejarreta (que perdió más de seis). La disputa del amarillo era cosa de dos, Pino y Millar, ya que el tercero, Kelly, transitaba a 4, 24 del pontevendrés.
Restaban tres etapas antes de la crono final en Jerez. La primera, con meta en Benalmádena, fue vencida por el ruso Demidenko, que se escapó al comienzo del día. En la siguiente, que visitaba Puerto Real, también llegó la aventura de Blanco Villar (Millar se llevó un buen susto cuando, en un corte, se quedó atrás y llegó a perder casi dos minutos con el líder y Sean Kelly. Al final, el pelotón se reagrupó). En la penúltima, se precisó del recurso a los medios tecnológicos para otorgar el ramo de flores al que había sido segundo líder de la Vuelta, el francés Marc Gómez.
Así las cosas, los 22 kilómetros contra el crono, en Jerez, dilucidarían si Pino mantenía su maillot o Millar se resarcía de lo ocurrido el año anterior. Y la moneda cayó por el lado del ciclista del Zor-BH, que se impuso en la última jornada, separando al escocés en otros 33 segundos. Fignon completó una gran prueba y se quedó a solo 7 segundos de Pino, adelantando a Kelly.
El pódium se conformó por el gallego, que obtenía su primera y única victoria en la Vuelta a España, Millar (que volvió a ese escalón tan próximo a la gloria y que solo se valora una vez que se abandona) y el irlandés Sean Kelly (que también vencía en las clasificaciones de la regularidad y la combinada). La temporada del hombre de Kas fue para enmarcar: París-Roubaix, París-Niza, Milán-San Remo, Vuelta al País Vasco, Volta a Cataluña, Gran Premio de las Naciones y el Ranking UCI, además de un quinto puesto en los Mundiales.
En su entrevista con los medios recién obtenida la victoria, mientras la afición coreaba, a gritos, “Pino, Pino”, el gallego, tocado por la clásica cinta del pelo con el logotipo de su patrocinador, dedicaba su victoria “a toda España”, mostrándose muy emocionado al haber advertido una bandera gallega en los últimos metros de la etapa.
La Vuelta de 2015 deambuló por Jerez en su quinta etapa, que transitó entre Rota y Alcalá de Guadaira y que, a buen seguro, no tendrá tanta importancia, para el desenlace de la carrera, como aquella crono del año 1986.